No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 228
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 228:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Ahora estaba más animada y había recuperado el apetito con creces. Mientras tanto, Ethan se retiró al estudio para terminar algunas tareas menores, con el objetivo de despejar su agenda para las próximas revisiones prenatales de Nyla.
Aunque Leonard había estado realizando sus exámenes en la villa, Ethan sabía que el equipo del hospital era mucho más completo.
Justo cuando estaba terminando su trabajo, su teléfono vibró. La voz de Keith se escuchó inusualmente tensa. «Ethan, he encontrado algo. Querrás verlo». Ethan se detuvo y apretó el teléfono con más fuerza. «De acuerdo», respondió secamente antes de colgar.
Mientras bajaba las escaleras, vio a Nyla en el sofá, absorta en su juego. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
«Tengo que salir. Keith me necesita», dijo, con la mirada fija en la pantalla en la que ella estaba tan concentrada.
Era un juego sencillo con compras dentro de la aplicación, y él observó cómo ella realizaba otra transacción para desbloquear una nueva skin.
«De acuerdo», murmuró ella distraídamente, sin siquiera levantar la vista.
Divertido, Ethan transfirió cincuenta mil a su cuenta mientras salía por la puerta.
En Night Charm, Keith lo esperaba con una copa de vino en la mano. Su habitual actitud juguetona había desaparecido, sustituida por una actitud más severa. Sus pendientes reflejaban la tenue luz, lo que le daba un aspecto llamativo y siniestro a la vez.
Cuando Ethan entró en la sala, Keith señaló los documentos esparcidos sobre la mesa con expresión sombría. Ethan echó un vistazo a los papeles y su rostro se fue enfriando con cada palabra que leía.
Keith se bebió el resto de su copa, con la frustración reflejada en su rostro. «Esto no es solo negligencia, es asesinato. Tu madre debió descubrir algo, y por eso la llevaron al límite».
Las manos de Ethan temblaban mientras leía las pruebas condenatorias. Los documentos detallaban cómo a Zaylee le habían inyectado dosis masivas de medicamentos, ninguno de ellos destinado a tratar su supuesta enfermedad cardíaca. En cambio, estaban diseñadas para erosionar su estabilidad mental.
Los registros eran explícitos.
Visita ahora ɴσνєℓα𝓼𝟜ƒα𝓷.𝒸ø𝓂 en cada capítulo
Cincuenta y nueve inyecciones en un solo año. Al menos cinco inyecciones al mes, programadas casi semanalmente.
La última entrada coincidía con el mes en que ella huyó con Ethan. Después de eso, no había más registros, solo el accidente de coche que le había costado la vida. Una risa amarga se le escapó, baja y entrecortada.
¿Había huido porque había descubierto la verdad?
Su madre no estaba loca. No había intentado llevárselo con ella por locura. Había estado luchando por salvarse a sí misma y a él.
Las finas hojas de papel se arrugaron bajo el fuerte agarre de Ethan. Keith se acercó, sintiendo la tormenta que se avecinaba en su amigo.
.
.
.