No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 227
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Capítulo 227:
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«Acepté la asociación con Skycloud Group porque las condiciones eran beneficiosas. A cambio de un poco de ayuda de Murray, le prometí algunos de mis nuevos diseños».
Sintiendo la tensión creciente, el conductor levantó discretamente la mampara.
«Murray no tiene ningún interés romántico en mí. Ya sabes cómo es él: vengativo y molesto…».
Ethan interrumpió a Nyla con delicadeza, atrayéndola hacia él en un abrazo reconfortante y sentándola en su regazo. Su movimiento fue suave, casi protector, mientras le colocaba con delicadeza una mano en la cintura.
Su intenso beso la hizo estremecerse. Aunque Nyla tenía más cosas que decir, la evidente inquietud de Ethan la llevó a abrazarlo y devolverle el beso. Su cuidadosa moderación comenzó a disiparse.
Nyla gimió suavemente y las manos de Ethan comenzaron a explorar.
Los vaqueros de cintura alta que llevaba resultaron ser rebeldes; incluso desabrochados, no se deslizaban.
Ethan apoyó la cabeza en su pecho, con la respiración entrecortada mientras luchaba por controlarse.
A medida que el deseo brotaba en su interior, Nyla susurró vacilante: «¿Deberíamos continuar?».
«Ahora no. Es mejor quedarnos así», respondió él, con la voz tensa por el esfuerzo. Nyla se acurrucó más cerca, su aliento calentando su cuello.
«No hay absolutamente nada romántico entre él y yo, Ethan. Solo somos amigos».
Ethan mordisqueó juguetonamente la clavícula de Nyla.
Ella inclinó ligeramente la cabeza hacia atrás, haciendo una mueca por el leve pinchazo, pero no lo apartó. Al percibir su incomodidad, Ethan la soltó, dejándole una leve marca.
«Está bien», murmuró con tono suave.
«¿Ya no estás enojado?», preguntó Nyla.
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Ethan la atrajo hacia sí y rozó sus labios con los de ella con una ternura que contrastaba fuertemente con su estado de ánimo anterior. «No interferiré en tu vida social». Era una promesa que su psicólogo le había recomendado hacer. Pero no se lo diría a Nyla.
Recientemente, Ethan había comenzado a recibir asesoramiento psicológico.
La mayoría de las veces, sus acciones se guiaban por los consejos de su psicólogo. Le resultaba difícil interpretar de forma natural las emociones de otras personas, y a menudo se le escapaban los matices a menos que se le comunicaran explícitamente.
Por eso apreciaba momentos como este, en los que Nyla le decía directamente que lo echaba de menos. Le ayudaba a conectar con sus emociones, una conexión que valoraba profundamente.
Más tarde, los dos regresaron a casa.
Nyla se acurrucó en el sofá, absorta en un juego casual para el móvil. Sus náuseas matutinas se habían vuelto menos frecuentes y su salud general había mejorado significativamente.
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