No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 192
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Capítulo 192:
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Bonnie entrecerró los ojos, evaluando la escena. No estaba fingiendo, parecía sincero.
«¿Y la familia Brooks?», le desafió ella. «Nunca han querido a Nyla. ¿Quién dice que no le harán la vida imposible?».
«No lo harán», respondió Ethan con sencillez. Siguió sujetando la mano de Nyla con firmeza. «No vivirá en la residencia de la familia Brooks y nadie se lo exigirá, ni se atreverá a hacerlo».
Nyla parpadeó, asombrada. ¿Era realmente Ethan?
—¿Dices eso porque estoy aquí? —preguntó Bonnie, medio escéptica.
—Señorita Olson, no necesito decir estas cosas solo para complacerla —respondió Ethan, con tono inflexible.
Bonnie apretó los dientes, tomada por sorpresa, pero negándose a ceder. —Bueno, señor Brooks, su reputación le precede. Es conocido por cumplir su palabra. Pero déjeme dejar una cosa clara: si no cuida bien de Nyla…». Metió la mano en el bolso, sacó el teléfono y lo levantó con una sonrisa triunfante. «Lo que ha dicho hoy se extenderá como la pólvora por Ulares». Le mostró el teléfono.
La pantalla revelaba que se estaba grabando. Como era de esperar, Bonnie siempre estaba preparada.
Ethan no detuvo a Bonnie, sino que le dedicó una sonrisa despreocupada que bailaba en sus rasgos.
Bonnie se sintió incómoda ante su actitud indiferente, apagó la grabación y guardó el teléfono.
La conversación había cautivado a Nyla, pero ahora se había instalado un silencio incómodo, lo que la llevó a romperlo. «Ejem, um… Bonnie, ¿por qué no te quedas a cenar? Podríamos invitar también a Austen».
Bonnie esbozó una expresión pensativa mientras se levantaba y recuperaba su teléfono. «Le llamaré para ver qué le parece».
Mientras Nyla observaba a Bonnie dirigirse hacia la ventana que iba del suelo al techo, de repente se dio cuenta de algo: su mano descansaba en la cálida palma de Ethan.
La comprensión la sacudió.
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¿Cuándo había sucedido eso?
Intentó retirar la mano, pero Ethan la apretó con más fuerza.
—¿Sientes eso? Tienes la mano helada —murmuró Ethan con voz cálida. Nyla sintió cómo el calor le subía a las mejillas y se extendía por todo el cuerpo, mientras la palma de su mano comenzaba a humedecerse.
—Bueno… no hace falta que la sostengas tanto tiempo, Ethan. No tengo frío —susurró, derritiéndose contra él.
Su tímida respuesta hizo sonreír a Ethan.
«No estoy de acuerdo. Para mí sigues estando fría», declaró, atrayéndola hacia él, con su calor impregnando su cintura y su abdomen.
«Espera, Bonnie sigue aquí». El rostro de Nyla se sonrojó. A pesar de sus momentos más íntimos, estos tiernos gestos nunca dejaban de hacer que su corazón se acelerara.
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