No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 165
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Capítulo 165:
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En la villa Higgins, la madre de Callie, Flavia Higgins, frunció el ceño al ver la pila de invitaciones impresas. Su expresión delataba una mezcla de insatisfacción y preocupación.
«¿En qué está pensando Ethan?», murmuró mientras hojeaba las tarjetas. «Ni siquiera se ha hecho las fotos preboda contigo, y esta invitación parece muy precipitada. Es descuidado».
Callie sostenía una de las frágiles tarjetas en la mano, con una leve sonrisa en los labios a pesar de sus propias dudas. «¿Y qué si es apresurada? Una vez que la gente reciba las invitaciones, nos felicitarán de todos modos. Vendrán con regalos, ¿no?».
Flavia suspiró. No podía discutir esa lógica, pero sus preocupaciones eran más profundas. «Me parece una falta de respeto. Me temo que la familia Brooks podría menospreciarte por ello».
«Mamá, desde el momento en que supe que mi futuro marido solo podía ser Ethan, la familia Brooks ya ha sido cosa mía. No tienes que preocuparte por ellos».
Flavia observó atentamente a su hija. Siempre había sabido que Callie no era tan sencilla como parecía.
Johnny era afable y demasiado amable para el despiadado mundo de los negocios. Brevard a menudo se lamentaba de que Johnny careciera del temperamento necesario para liderar.
Callie, por el contrario, era diferente. Talentosa, perspicaz y decidida, era todo lo que Brevard había esperado, y tal vez más. Su actitud fría y calculadora la convertía en la heredera ideal del legado familiar.
Brevard la había enviado al extranjero para perfeccionar sus habilidades y, en pocos años, había logrado dirigir pequeñas empresas con un éxito asombroso.
Pero a Flavia le preocupaba que la ambición de Callie pudiera tener algún día un precio. Sus métodos a menudo dejaban poco margen para la previsibilidad… o la piedad.
La voz de Flavia se suavizó. —Una vez que te hayas casado con la familia Brooks, aunque Ethan tenga… distracciones, seguirás siendo su esposa legítima. Nadie cuestionará tu posición. No dejes que estos pequeños asuntos te perturben.
Callie asintió educadamente, pero en su interior sus pensamientos ya se habían desplazado a otra parte: Nyla.
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—Ethan vendrá a recogerte más tarde —dijo Flavia, estrechando la mano de Callie con una cálida sonrisa—. Deberíais empezar a pensar en tener un hijo pronto. Me encantaría ser abuela este año.
Callie se sonrojó y bajó la mirada con una sonrisa tímida. —Oh, mamá, lo intentaremos.
La expresión de Flavia se suavizó con satisfacción.
Una vez concretados los detalles de la fiesta de compromiso, Roger sugirió una cena entre las dos familias para celebrarlo, y Ethan iría a recoger a Callie para la ocasión.
Mientras tanto, los padres de Callie decidieron ir por su cuenta, dejando que la pareja viajara junta.
El suave zumbido del motor de un coche rompió el silencio de la noche, anunciando la llegada de Ethan. Callie salió, se alisó la parte delantera del vestido y caminó hacia él.
Ethan estaba sentado al volante, con el rostro impasible. Llevaba traje, como si acabara de salir de una reunión de negocios.
«¿Acabas de terminar de trabajar?», preguntó Callie con preocupación.
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