No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 143
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Capítulo 143:
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«¿Cuándo… va a volver Claudine?».
La pregunta atravesó la frágil paz como una navaja.
La expresión de Ethan se endureció al instante, y la tranquilidad de sus rasgos desapareció. Apretó con más fuerza su cintura y su voz bajó a un tono peligrosamente grave. «¿Sigues pensando en dejarme?». Sus palabras eran afiladas, una advertencia tácita. «Olvídalo, Nyla. Eso nunca va a suceder».
La frustración se apoderó de ella. «¿Qué significa eso, Ethan? ¿Me estás castigando por decirte que no? ¡La posesividad no es amor! Solo quiero tu amor».
«¿Amor?», se burló él con una risa amarga. «El amor no tiene sentido».
«Entonces, ¿qué es esto?», preguntó ella con voz quebrada, desbordada por la frustración. «¿Esta casa? ¿Tu control? ¿Es solo una compensación por algo que no puedes dar? ¿Por qué no me das dinero? Al menos eso sería honesto. ¿O planeas mantenerme encerrada para siempre, como un trofeo del que no puedes deshacerte?».
Nyla estaba agotada. Habían tenido esta discusión más veces de las que podía contar, y la estaba agotando. Si no le importara, no seguiría allí.
Sin embargo, Ethan sabía cómo herirla profundamente.
La mirada de Ethan se volvió fría, su tono más afilado que el filo de una espada. «¿De verdad crees eso?».
«¿Qué otra cosa puedo pensar?», replicó ella con una risa amarga y hueca. «Tú no puedes darme lo que quiero, pero otra persona sí». Dudó y luego asestó el golpe. « Murray me ha pedido que coma con él durante un mes. Le he dicho que sí».
La habitación pareció congelarse. Ethan extendió la mano y le agarró la mandíbula con la fuerza justa para hacerla estremecerse.
«¿Crees que eso me pondrá celoso?», preguntó con voz venenosa. «Te vas a llevar una decepción, Nyla. Lo nuestro nunca ha sido más que algo físico. No te degraden. Es patético».
Las palabras le dolieron más que cualquier bofetada. La soltó y la empujó hacia la silla. Ella se quedó allí sentada, pálida y temblorosa, aplastada por el peso de sus palabras.
Y así, sin más, Nyla tocó fondo, destrozada y sin ningún sitio al que acudir.
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«¿Quién ha sido despedido?».
La pregunta resonó en la oficina del director ejecutivo de Crestwave Group, donde el ambiente estaba cargado, al borde de una tormenta. El frío en el aire hizo temblar a Margaret, la jefa del departamento de secretaría.
«¡Respóndeme ahora mismo!», ordenó Ethan, con expresión tormentosa y tono frío y cortante.
Margaret dudó, con voz temblorosa. «Fue… fue Nyla. Había estado descuidando sus responsabilidades. Nada de lo que hacía tenía valor, e incluso las tareas que se le asignaban eran deficientes. Es inútil retenerla».
La mirada de Ethan se agudizó. «¿Y quién autorizó su despido?».
«Pensé…». Margaret creía que Ethan era indiferente a la situación de Nyla, ya que no había salido en su defensa anteriormente. Desconcertada por su intensa ira, se quedó sin palabras.
«¿Quién te permitió hacer esto?», preguntó Ethan con voz aún más fría. Su ira persistente del día anterior se vio agravada por esta noticia desagradable. «Ve al departamento de finanzas y recoge tu sueldo del mes», dijo con severidad.
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