No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 123
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Capítulo 123:
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Su fe la había convencido en su día de que Ethan era diferente, de que no le importaban los rumores de la sociedad.
Sin embargo, los repetidos desengaños habían erosionado su confianza, revelándole la cruda realidad de que él no era diferente a los demás.
Se dio cuenta con amargura de que sus creencias habían sido meras ilusiones.
Con una sonrisa resignada, murmuró para sí misma: «Así que esta es la verdad».
La incomodidad de Ethan aumentó mientras la observaba. Con expresión preocupada, dijo torpemente: «Quédate a mi lado y yo velaré por tu seguridad».
Nyla levantó la vista, con el rostro marcado por una melancólica determinación. «¿Y si Callie no es el ángel que tú crees? Supongamos que está involucrada con otra persona. ¿Seguirías adelante con el matrimonio?».
Ethan, al encontrarse con su mirada desafiante, sintió que incluso un ligero asentimiento podría quebrantar su espíritu.
Ethan había sentido a menudo una suave compasión por Nyla; sin embargo, las sensaciones de hoy tenían un matiz más severo. Más bien, servían como una severa advertencia, instándole a permanecer fiel a sus verdaderos pensamientos.
Sin embargo, sabía que no podía cancelar su próximo compromiso con Callie. Era un paso necesario en el gran esquema de las cosas.
Se puso de pie y, con tacto, cambió de tema. —Quédate aquí esta noche para calmarte; yo dormiré en la habitación de invitados.
Nyla se incorporó bruscamente y lo atravesó con una mirada intensa desde sus ojos llenos de lágrimas. —Ya estoy tranquila —afirmó con vehemencia—. Debes dejar de utilizar mis sentimientos para hacerme más daño, Ethan. Yo también soy capaz de sentir dolor y, si vuelves a presionarme, me iré.
Haciendo caso omiso de las palabras de Nyla, Ethan se dirigió al estudio.
Durante toda la noche, Nyla permaneció despierta en su habitación, luchando con pensamientos que parecían desesperanzadores hasta el amanecer.
Poco a poco, el silencio se hizo entre ellos.
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Con su suspensión en vigor, Nyla se encontró pasando más tiempo que nunca en el estudio.
Aunque antes detestaba sus días de trabajo, ahora encontraba consuelo en la rutina diaria del estudio. Con una carcajada, Nyla dijo: «¡Ah, la rueda del destino sí que gira!».
De repente, una serie de fuertes golpes interrumpieron su ensimismamiento.
Sobresaltada por el ruido, Nyla se volvió y vio a Candy en la puerta, llevándose instintivamente la mano al corazón mientras exhalaba aliviada. «¡Casi me das un infarto!», exclamó.
Candy respondió con tono grave: «Tu arrebato nos hizo pensar a todos que el suelo temblaba».
Riendo nerviosamente, Nyla se tocó la nariz y susurró: «¿Tan grave fue?».
Candy cambió de tema y dijo: «Una tal señorita Higgins está aquí para verte».
El apellido Higgins no era común en Ulares, y Nyla solo podía asociarlo con Callie.
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