No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 101
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Capítulo 101:
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Se acabó la comida en cuestión de minutos, evidentemente hambrienta.
Al bajar de su estudio, Ethan se fijó en cómo Nyla comía alegremente, con los ojos brillantes de satisfacción.
Desde donde estaba, parecía una ardilla alegre, con las mejillas adorablemente llenas de comida.
Nyla, disfrutando de su cena, balanceaba las piernas con satisfacción. Cuando Nyla levantó la vista y vio a Ethan observándola en silencio, se quedó momentáneamente paralizada, casi olvidándose de tragar.
«Eh… ¿quieres acompañarme?», dijo espontáneamente, con la mirada recorriendo los platos casi vacíos. Un rubor se extendió por sus mejillas, presa de una repentina vergüenza.
A Ethan le divertía su actitud vivaz y entrañable.
Sin embargo, logró mantener una expresión serena, aunque su voz se volvió notablemente más suave. —No, gracias. Termina y luego descansa. Pronto tendremos una ama de llaves que se encargará de la cocina.
La decepción se reflejó en el rostro de Nyla.
Por un momento había esperado que Ethan hubiera preparado la comida, pero eso parecía poco probable, sobre todo a una hora tan tardía.
Después de limpiar la cocina, dudó. Ethan se había retirado a su habitación. Ella se acercó de puntillas a su lado de la cama y se acostó lo más silenciosamente posible. La luna proyectaba una luz clara esa noche, iluminando la silueta de Ethan y proporcionándole una presencia reconfortante. Extendió la mano y, al final, solo agarró la esquina de su pijama.
Sin que Ethan lo supiera, incluso un toque tan sutil podía aportar a Nyla consuelo y una sensación de seguridad.
A la mañana siguiente, el desayuno estaba listo, cortesía de la nueva ama de llaves.
Los preparativos para el almuerzo también fueron gestionados de forma extravagante por una persona designada. Debido a su continua enfermedad, Nyla se encontró con poco que hacer y, afortunadamente, Callie no había causado ningún problema últimamente.
Solo cuando Bonnie se dio cuenta de que no había visitado el estudio en varios días, sintió que algo no iba bien.
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«¿Dónde has estado? Acabo de atar cabos. ¿Quién ha solucionado el asunto de Claudine?». La voz de Bonnie crepitaba de furia al otro lado del teléfono. Una ola de ansiedad invadió a Nyla, haciéndole imposible seguir ocultando la verdad.
Sin embargo, intentó negarlo débilmente, diciendo: «Solo un amigo».
La risa de Bonnie estaba teñida de escepticismo, y su tono se elevó. «¿Un amigo que dirige un equipo médico en el extranjero y puede hacerse cargo de más de diez millones en gastos de tratamiento? ¿Por qué no he conocido a este amigo? Nyla, ¿has pedido ayuda a Ethan?».
La respuesta de Nyla fue un silencio resignado. Reconocía la preocupación de Bonnie, pero se sentía impotente para cambiar la situación.
Consciente de su propia severidad, Bonnie suavizó el tono y su preocupación se hizo más evidente que su enfado. «Lo siento, Nyla. No quería ser tan dura. Es solo que no quiero que te metas en un lío grave. He encontrado una solución para los problemas económicos. No te excedas».
En lugar de resentirse por la intensidad de Bonnie, Nyla apreciaba profundamente su amistad. «Bonnie, no estoy exigiéndome demasiado».
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