Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 973
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Capítulo 973:
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Myron intervino, mirando fijamente a Millie. «¿De verdad crees que eso va a pasar?».
La mirada firme y sincera de Myron dejó a Millie completamente sin palabras.
Myron soltó un suspiro silencioso mientras atraía a Millie hacia sus brazos y le daba un suave beso en la frente.
«Si alguna vez llega el día en que tengamos que separarnos», murmuró Myron, «quiero saber que tendrás lo suficiente para vivir cómodamente. Eso es importante para mí».
Al levantar la vista, Millie vio la sincera preocupación grabada en los ojos de Myron.
Entonces se dio cuenta de que Myron no solo lo decía por decir. Lo había pensado detenidamente, decidido a asegurarse de que ella estuviera bien, sin importar lo que pasara entre ellos en el futuro.
Una oleada de emoción invadió a Millie, llenándole los ojos de lágrimas y haciendo que le picara la nariz mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.
«No me malinterpretes». Con una sonrisa juguetona, Myron se acercó para tocarle la nariz. «Quiero que permanezcamos juntos el resto de nuestras vidas. Pero tampoco puedo evitar preocuparme…».
La voz de Myron se apagó, dejando la frase sin terminar.
Millie no necesitaba que él se lo explicara.
Algo en el hecho de haber visto a Helga esa tarde y recordar la pérdida del padre de Myron la ayudó a comprender lo que él no había dicho.
Tenía miedo de dejarla atrás o de un futuro en el que su amor por él pudiera desvanecerse.
A pesar de esas preocupaciones que le agobiaban, Myron seguía deseándole una buena vida, pasara lo que pasara.
El corazón de Millie se retorció con emociones encontradas. Poniéndose de puntillas, se estiró y lo besó primero.
Los brazos de Myron la rodearon, atrayéndola hacia él mientras su beso se hacía más profundo. Durante un rato, ninguno de los dos se apartó, perdidos en ese momento juntos, hasta que finalmente se separaron, sin aliento.
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Sintiéndose un poco nerviosa, Millie bajó la mirada, con las mejillas sonrojadas.
—Realmente necesito tiempo para pensar en esto —admitió Millie en voz baja.
«No hay prisa. Esperaré todo el tiempo que necesites», murmuró Myron, con un tono áspero por el deseo que intentaba ocultar.
Aunque Millie notó el cambio en su voz, no podía olvidar dónde estaban: solos en el estudio, no en la intimidad de un dormitorio.
La vergüenza persistía, haciéndola dudar.
«Espera», espetó Millie cuando de repente se le ocurrió una idea. «¿Puedo preguntarte algo? ¿Por qué tu madre no se queda en la mansión?».
Una pequeña sonrisa avergonzada se dibujó en los labios de Myron. Inclinándose, le susurró al oído a Millie: «Se ha ido con su nuevo novio».
«¿Qué?», Millie parpadeó confundida, pareciendo completamente perdida por un momento. La expresión de desconcierto en su rostro era tan adorable que Myron no pudo evitar reírse.
Se acercó y la atrajo suavemente hacia él, levantándola y sentándola en el borde de la mesa. De pie entre sus piernas, la miró a los ojos con una sonrisa juguetona en los labios.
«Sabes, mi padre murió cuando yo era aún joven. Quiero a mi madre y no podía esperar que pasara el resto de su vida completamente sola, ¿verdad?». Su voz era suave y comprensiva.
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