Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 947
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Capítulo 947:
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Entonces, ¿cómo acabaron en la tableta de Vivian?
Las preguntas le quemaban la mente, pero Vivian parecía a punto de desmayarse, pálida como un fantasma y apenas aguantando.
No había más remedio que llevarla rápidamente al hospital. La confrontación tendría que esperar.
Mientras los médicos trabajaban para estabilizar a Vivian, Brandon puso en marcha otra operación silenciosa para borrar las fotos de su dispositivo.
Solo después de que todo estuviera resuelto pensaba enfrentarse a ella.
Pero cuando regresó a su habitación del hospital, ella ya no estaba.
El personal dijo que Vivian había recuperado la conciencia, le habían aconsejado que se hiciera más pruebas y luego había desaparecido antes de que nadie pudiera detenerla.
Brandon la llamó presa del pánico. Vivian respondió entre sollozos y le dijo que creía que tenía cáncer de estómago. Afirmó que había huido a Flaville para recibir tratamiento en un centro famoso.
Más tarde, él localizó sus registros y confirmó que había sido tratada allí. Aunque sintió una pizca de compasión por su enfermedad, las fotos que encontró en su tableta no dejaban de atormentarlo.
Al final, no pudo aguantar más y le preguntó.
A día de hoy, Brandon aún podía imaginar a Vivian desplomada en una cama de hospital, con la voz entrecortada y temblorosa. «Por supuesto que guardé esas fotos», confesó. «Pasé por un infierno por culpa de ellas. La carpeta que llevé a la reunión ese día estaba llena de esas imágenes. ¿Sabes lo que se siente, Brandon? Cuando sacaron el expediente y me obligaron a mirarlas… ¿sabes lo que me hicieron después?».
Vivian se había derrumbado por completo y sollozaba hasta que todo su cuerpo temblaba. —Así que, mientras tú perseguías a Macauley y su banda, yo conseguí hacer algunas fotos.
Brandon entrecerró los ojos y su tono se volvió gélido. «Vamos al grano. ¿Dónde más escondiste las fotos? ¿Qué es lo que quieres de mí, Vivian? Solo dilo».
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Ahora podía admitirlo: no sentía más que un impulso despiadado de borrar esas fotos de la existencia.
—¿Quieres que te diga mi precio? —La actuación de Vivian fue impecable—. Solo me quedan seis meses, Brandon. ¿Qué podría querer?
La observó atentamente, con una tormenta gestándose tras su aparente calma.
Vivian lo miró directamente a los ojos, con la voz ligeramente temblorosa. «Te quiero, Brandon. Siempre te he querido. Dime esas palabras que nunca he oído: dime que me quieres. Quédate conmigo durante estos últimos seis meses de mi vida. Las fotos solo hacen daño a Millie, a mí no. Ya has visto mi historial médico. No me queda mucho tiempo y, cuando me haya ido, las fotos desaparecerán para siempre».
Las duras luces fluorescentes del hospital lo bañaban todo con un resplandor estéril y frío. El olor a desinfectante flotaba en el aire.
Brandon la miró fijamente, buscando otra salida. «¿Es eso realmente todo lo que quieres?».
Vivian asintió con la cabeza, su respuesta suave pero firme. «Es mi única petición. Seis meses, eso es todo. Solo quédate a mi lado. No me importa si es real o falso, siempre y cuando te quedes conmigo hasta el final».
Bajó la mirada y finalmente cedió. «Está bien. Tienes mi palabra», dijo. «No olvides lo que acordamos, Vivian».
Nadie gritó. Nadie amenazó abiertamente a nadie, pero cada frase tenía un tono cortante, una advertencia tácita.
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