Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 930
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Capítulo 930:
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Una repentina ráfaga de viento susurró a través del cementerio. Desde algún lugar más adelante llegó el delicado tintineo de unas campanas. Brandon se volvió hacia el sonido.
Una cadena de campanas de viento se balanceaba suavemente, y sus notas formaban una suave canción de cuna destinada a calmar a un niño. Por un instante, casi pudo oír la voz de Millie, cálida y tierna, cantando las palabras: «Duerme ahora, mi querido bebé…».
En su mente, ella acunaba a su hijo, acariciando con la mano al pequeño bultito de alegría, mientras sus labios formaban la canción de cuna. Entonces, la visión se desvaneció.
Solo quedaban dos tumbas ante él, con las campanas temblando con la brisa. Brandon se quedó paralizado, atravesado por un dolor repentino e implacable. Una punzada aguda pareció atravesar todo su ser, un dolor implacable.
Al bajar la mirada, vio un atrapasueños junto a las lápidas. Recordó las noches inquietas de Millie, sus frecuentes pesadillas. ¿Esperaba ella que sus hijos la visitaran en sueños?
Apretó los puños y tembló. El dolor lo inundó.
A poca distancia, Eugene observaba en silencio. Después de ayudar a Brandon a llegar al lugar, había ido a comprar flores. Ahora regresaba con dos ramos. Dudó al ver la figura temblorosa de Brandon, pero luego se adelantó y los colocó en las manos de Brandon antes de retirarse de nuevo.
Sentado en su silla de ruedas, Brandon se inclinó hacia delante y colocó las flores con cuidado ante las dos lápidas. Permaneció allí durante un largo y silencioso momento, con la mirada fija en las palabras grabadas en la piedra.
Por fin, Eugene lo llevó de vuelta al coche.
—Señor Watson —dijo Eugene en voz baja, preocupado.
Brandon tenía los ojos inyectados en sangre y las pupilas ligeramente desenfocadas. —Vamos —respondió por fin. Tras una pausa, su voz se endureció—. Encuentra a Vivian. —Miró a Eugene a los ojos—. Debemos encontrarla.
—Sí, señor —respondió Eugene sin dudar.
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Más tarde, esa misma tarde, Millie llegó al cementerio con Myron. Le pidió que esperara junto al coche y llevó ella misma las ofrendas. Al llegar a las tumbas, vio rastros recientes de una visita: ramos de flores. Alguien había estado allí.
Levantó la vista hacia las lápidas. Llamó al cuidador y se enteró de que ese mismo día había venido un hombre en silla de ruedas acompañado de otras personas. Brandon. Así que él lo sabía.
Millie bajó la mirada y sus pensamientos se desviaron momentáneamente. Dejó las flores con delicadeza ante las lápidas. Las lágrimas le nublaron la vista. Recordó aquel día nublado en el que se había sentado allí sola, con un cincel en la mano, grabando mensajes en la piedra, un homenaje permanente a los dos hijos que ella y Brandon habían perdido. Había pensado en todo: sus bebés, su matrimonio, el legado de su padre, las personas que la rodeaban y el futuro incierto que le esperaba.
Cuando terminó el trabajo, colgó las campanas de viento y colocó el atrapasueños. «Recuerda venir a buscarme en mis sueños, ¿de acuerdo?», susurró entonces. Pero sus hijos nunca la visitaron en sueños. Ni siquiera sabía cómo serían sus rostros.
Ahora contemplaba las margaritas ante las lápidas, con lágrimas resbalándole silenciosamente por las mejillas. El sol se estaba poniendo, dejando una delgada franja de luz en el cielo.
Las flores brillaban en la luz que se desvanecía. De repente, se levantó el viento, levantando los pétalos y haciéndolos girar en el aire. Daban vueltas y bailaban como si los dos niños perdidos se cogieran de la mano y rodeasen a su madre.
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Nota de Tac-K: Espero les gustarán los capítulos queridas personitas, también renove la invitación de la comunidad de WhatsApp, así que pueden unirse cuando deseen. Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. ( „• ֊ •„ )੭
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