Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 88
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Capítulo 88:
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Dirigió su atención hacia la lluvia que caía en cascada por el cristal de la ventana formando intrincados patrones. ¿Cuándo se habían cruzado por última vez en el mundo físico? Parecía que había sido hacía aproximadamente tres días, durante aquel tenso encuentro en el hospital. Ella tenía la frente envuelta en vendajes médicos de un blanco inmaculado.
Durante todo ese tiempo agonizante, solo le había dicho tres cosas breves.
«¿Qué estás haciendo?».
«¿Qué ha pasado?».
Y cuando se disponía a marcharse con Vivian, ella lo llamó con una urgencia inesperada: «Brandon».
Esas dos primeras frases ni siquiera iban dirigidas específicamente a él.
Por razones inexplicables, se encontró anhelando su presencia con una intensidad inesperada. La imagen de ella cayendo por aquellas escaleras implacables se repetía en su mente, y sentía una preocupación genuina por su estado actual y su recuperación. Frunció el ceño mientras pensamientos inquietantes invadían su mente.
Brandon no podía comprender qué fuerza misteriosa estaba perturbando su habitual equilibrio emocional. Millie había rondado sus pensamientos con persistente tenacidad durante cada momento del día.
De repente, un vívido recuerdo se apoderó de su conciencia: la enigmática mujer enmascarada de esa misma tarde. Quizás ella había desencadenado esta agitación emocional en él.
Algo indefinible en ella había evocado recuerdos de la Millie que una vez amó: vibrante, apasionada, siempre expresándose a través de la risa o las lágrimas.
En ese preciso momento, una serie de golpes rítmicos resonaron contra la ventanilla del coche. Brandon levantó la mirada y descubrió a Vivian de pie bajo la lluvia, con su silueta difuminada por el agua que resbalaba por el cristal.
«¡Hola, Brandon!».
Vivian abrió la puerta del coche y se deslizó con elegancia en el asiento junto a él. Instintivamente, Brandon ocultó su teléfono de su penetrante mirada, deslizándolo con sigilo. Los ojos de Vivian siguieron el movimiento brevemente, aunque pareció descartarlo como algo sin importancia. Pero cuando se giró para cerrar la puerta detrás de ella, un destello de resentimiento oscureció su expresión. Cuando volvió a mirarlo, sus rasgos se habían transformado en una máscara de radiante calidez.
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Le preguntó con suave preocupación: «¿Te he molestado al pedirte que me trajeras? ¿Llevas mucho tiempo esperando aquí?».
«No especialmente», respondió Brandon con mesurada neutralidad.
«Eso me tranquiliza mucho», respondió Vivian, sin perder la sonrisa.
El conductor arrancó el motor y los llevó a través de las calles empapadas por la lluvia. Vivian comenzó a contar divertidas anécdotas de la sesión de grabación, pero la atención de Brandon se desvaneció como el humo, sin prestar apenas atención a su animada narración. Su conciencia permaneció fija en las provocativas palabras de la mujer enmascarada, que resonaban sin cesar.
«Deberías preguntarle a Vivian lo que me dijo».
«¿Brandon? ¿Brandon?».
La voz de Vivian atravesó su niebla mental. Brandon volvió bruscamente al momento presente, centrando su atención en el interior del coche. Se volvió hacia Vivian, con una expresión que indicaba claramente que debía continuar con su relato.
«¿Qué pensamientos acaparaban tu atención?», preguntó Vivian, con un tono de curiosidad y preocupación. «Llevas bastante tiempo completamente absorto en tu propio mundo».
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