Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 874
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Capítulo 874:
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La mansión Elliott irradiaba calidez y elegancia bajo el cielo estrellado. Myron estrechó la mano de Millie con tierna posesividad, entrelazando sus dedos en perfecta armonía. La pareja estaba tan cerca que su profunda conexión era inconfundible; su relación había florecido claramente en su fase más magnífica. Con todo su círculo de seres queridos reunidos para esta ocasión especial, la reunión se prolongó mucho más de lo habitual.
Después de una suntuosa cena, charlaron y rieron, y luego decidieron disfrutar de otro festín bajo las estrellas. Mientras la oscuridad pintaba el cielo con profundos tonos aterciopelados, saborearon brochetas perfectamente asadas en los extensos terrenos de la finca. Esta deliciosa aventura culinaria había comenzado con la entusiasta sugerencia de Alexia, que tenía una obsesión absoluta por las delicias a la barbacoa, en particular por la suculenta carne de cerdo a la parrilla, perfectamente sazonada y que rezumaba jugos sabrosos.
Sevilla estalló en una risa incontrolable ante el divertido espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos. «Alexia, mantienes tu estatus como una respetada profesional de la medicina, ¡pero consumes constantemente una cocina tan escandalosamente grasienta y nutricionalmente cuestionable!».
Alexia lo miró con una mirada fingidamente feroz, con los ojos brillantes de picardía. «Sabe absolutamente divino, y adoro cada bocado. ¿Tienes alguna objeción a mis preferencias culinarias?».
Acompañó su juguetona réplica con una sonrisa cómplice antes de lanzarse a contar una anécdota particularmente memorable de su carrera médica. «Te resultará absolutamente imposible de creer, pero una vez conocí a un colega que trabajaba en el departamento de proctología y que, después de pasar toda la mañana limpiando el sistema intestinal de un paciente, se fue inmediatamente a disfrutar de un almuerzo a base de callos».
«¡Eso es absolutamente repugnante!», exclamó Seville con auténtico horror, mientras su juguetona discusión continuaba con creciente intensidad.
Sheridan observó su intercambio con evidente diversión en sus ojos, y luego se volvió hacia Seville con suave autoridad. «Quizás deberías evitar provocarla a partir de ahora».
Seville, sintiéndose tratado injustamente, redirigió su atención a su comida con dignidad herida.
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Millie observaba sus animadas interacciones con puro deleite, incapaz de contener su risa burbujeante. ¿Quién podría haber predicho que el fatídico encuentro de Alexia y el e e Seville serviría finalmente como catalizador para que ella y Sheridan se unieran más tarde en tan perfecta armonía?
Mientras reflexionaba sobre los acontecimientos recientes, Millie se maravillaba de lo breve que había sido en realidad este periodo de transformación. En tan solo unos meses, sus vidas habían sufrido cambios y revelaciones dramáticos. Habían pasado tantas cosas que todos habían evolucionado hasta convertirse en personas completamente transformadas, que poco se parecían a quienes eran antes.
Millie dejó que su cuerpo se hundiera más profundamente en el cómodo abrazo de su silla, con la mirada fija en el hipnótico espectáculo de luces que bailaba y cambiaba sobre el lago. El espectáculo iluminado había comenzado como una romántica escena de propuesta de matrimonio, pero desde entonces se había transformado en innumerables configuraciones encantadoras: delicados pétalos de flores, corazones simétricos y otras hermosas formaciones.
Una suave brisa acarició su piel y Myron apareció a su lado, ofreciéndole una copa fría llena de una delicada mezcla de frutas con bajo contenido alcohólico. Ella aceptó su oferta con manos agradecidas y levantó su copa para brindar con él en un suave brindis.
«Por este momento perfecto», murmuró suavemente.
Las copas de cristal chocaron con un sonido prístino, similar al de una campana, que pareció quedarse suspendido en el aire veraniego. La velada había alcanzado esa rara cualidad de perfección absoluta: una agradable noche de verano tras una tranquila siesta vespertina, rodeada de las personas más importantes, con comida deliciosa y bebidas refrescantes que creaban el escenario ideal para la felicidad. Toda la experiencia se sentía como una dicha pura y sin adulterar que fluía por cada fibra de su ser.
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