Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 866
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Capítulo 866:
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Pero si Brandon descubría que ella lo había estado engañando desde el primer día, Vivian sabía que estaría realmente destruida.
Ahora, todavía tenía una oportunidad. ¡Aún podía enmendarlo! Así que Vivian se quedó callada, aunque seguía luchando y gritando.
Brandon, sin decir nada más, se dio la vuelta y salió de la habitación.
Su pierna aún estaba lejos de curarse. Cada paso que daba por el pasillo le provocaba un dolor punzante en la pierna, pero siguió caminando como si no lo sintiera.
Su guardaespaldas empujaba una silla de ruedas detrás de él, desconcertado pero en silencio.
Mientras caminaba por el pasillo, Brandon levantó la vista hacia el techo. Las duras luces blancas de arriba se difuminaron en la imagen de Millie tumbada en una camilla, empapada en sangre.
¿Qué habría pasado por su mente en ese momento? ¿Habría mirado fijamente esas mismas luces, tal y como él hacía ahora?
Brandon soltó una risa hueca y triste.
A su lado había una salida de emergencia. La escalera detrás de la puerta estaba completamente a oscuras, salvo por el tenue resplandor verde de la señal de salida. Se alzaba como las fauces abiertas de una bestia, lista para devorarlo por completo.
Brandon extendió la mano, empujó la puerta y entró en la oscuridad. Las sombras lo engulleron.
Llegó al rellano y miró hacia abajo, al abismo de la escalera. Su mente lo llevó de vuelta al Hospital Crobert, al caos de aquella escalera tan familiar.
Cuando se dio cuenta de que Millie se había caído, ya era demasiado tarde. Lo único que recordaba era su propia mano, congelada en el aire, todavía extendiéndose.
La había empujado.
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Vivian tenía razón.
Lo había hecho. Había matado a su hijo. Casi había matado a Millie.
Brandon se echó a reír, con lágrimas corriéndole por las mejillas. Su risa se hizo más fuerte, resonando en las paredes como una locura. En ese momento, parecía completamente derrotado.
Su cuerpo temblaba por las noches de insomnio, el hambre y el dolor punzante en el pecho. Le invadió un mareo. La oscuridad se apoderó de él. El pasillo daba vueltas vertiginosamente y Brandon se tambaleó al borde de las escaleras, hasta que perdió el equilibrio.
—¡Sr. Watson! —gritó su guardaespaldas, corriendo hacia él.
Pero, al igual que nadie había podido salvar a Millie en aquella escalera, la mano del guardaespaldas no logró atrapar a Brandon.
Brandon cayó rodando por las escaleras hasta que su espalda se estrelló contra la pared.
—¡Sr. Watson! —La voz del guardaespaldas resonó con pánico, encendiendo las luces de la escalera.
Brandon yacía tendido, con el cuerpo dolorido por todas partes. Soltó una risa entrecortada.
Así que eso era lo que se sentía. Todos los huesos parecían destrozados. ¿Habría sentido Millie lo mismo aquella noche? Probablemente peor. Ella ya había sufrido un accidente de coche. Y estaba embarazada de su hijo.
Brandon lloró y rió al mismo tiempo, desquiciado. Rió hasta que su cuerpo se rindió, tosiendo sangre, y luego cayó inconsciente.
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