Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 843
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Capítulo 843:
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Los ojos de Brandon ardían con el aterrador color carmesí de un depredador herido, mientras Millie lo observaba con la suave tristeza que se reserva para las cosas rotas.
«Brandon, el destino tiene reservada a alguien mucho más digno de tu devoción. Libérate de estas cadenas que te atan al pasado. Yo caminaré hacia el futuro junto a él, y tú debes descubrir tu propio camino. Esta relación ha agotado hasta la última gota de mis fuerzas, y me niego a seguir siendo prisionera de los recuerdos».
Millie deslizó sus dedos de su mano, estudiando su expresión totalmente lastimera con una mezcla de tristeza y determinación.
«Brandon, él me envuelve en una ternura exquisita. Su corazón late con auténtica bondad».
Con esas últimas palabras ardiendo en el aire entre ellos, Millie se alejó de los restos de su pasado y se dirigió hacia el hombre que representaba su futuro.
Myron fue testigo de su acercamiento y devolvió cuidadosamente los granos de café a su lugar designado en el estante de madera, levantándose para recibirla con la elegancia de un hombre que comprendía el peso de los momentos.
«¿Has terminado de dar descanso a los fantasmas?», preguntó Myron con una voz suave como el terciopelo.
La distancia no le había impedido captar cada sílaba de su dolorosa conversación, pero había optado por la ignorancia deliberada.
Si Millie tenía la intención de avanzar hacia el mañana con él como compañero, merecía la dignidad de cerrar ese capítulo sin su intromisión.
«Sí». La asentida de Millie transmitía la irrevocabilidad de cerrar un libro para siempre.
Ella se empapó de su expresión paciente, se acercó a través del espacio que los separaba y entrelazó sus dedos con los de él.
«Vamos a casa», susurró con tranquila convicción.
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«Nada me gustaría más», respondió Myron, levantando su mano libre para alisar los mechones de pelo que el viento había despeinado, con una sonrisa que irradiaba pura adoración.
Brandon, todavía de rodillas, se rindió al peso de la desesperación que aplastaba sus hombros.
Con la cabeza inclinada hacia el suelo, las lágrimas le corrían por la cara, formando charcos oscuros en la fría superficie que tenía debajo.
Justo cuando Millie y Myron llegaron al umbral, con sus pasos resonando con firmeza, la voz de Brandon rompió el silencio con una desesperación descarnada. «Conviérteme en tu plan B. Cuando él te falle, cuando no pueda estar ahí, déjame llenar ese vacío… déjame protegerte».
Levantó su rostro manchado de lágrimas hacia sus siluetas que se alejaban, con los ojos ardientes de desesperación.
La idea de perderla por completo le carcomía el pecho, amenazando con vaciarlo por completo.
Aunque Millie había elegido la compañía de Myron en lugar de la suya, Brandon se aferraba a la posibilidad de existir en algún lugar de su mundo.
Si ella pudiera reservarle aunque fuera un pequeño rincón de su afecto, él lo atesoraría como si fuera tierra sagrada.
«Aunque solo sea por lástima», susurró Brandon, con las palabras rasgándole la garganta como cristales rotos.
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