Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 834
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Capítulo 834:
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La multitud estalló en un gran ruido cuando los guardaespaldas se dieron la vuelta, preparándose para correr hacia allí.
Sin embargo, en medio de todo el caos, solo había dos figuras: Millie y Vivian.
Fue Millie quien la detuvo.
Sujeta la muñeca de Vivian con calma, firme como una roca, sin mostrar ningún atisbo de miedo. Es como si lo hubiera visto venir, preparada antes incluso de que Vivian pudiera atacar.
El sol del mediodía se reflejó en el metal, un destello agudo que atravesó el aire. Una suave brisa se agitó, susurrando entre las hojas y haciendo que las flores cercanas se balancearan.
Tanto los espectadores en línea como el público en directo exhalaron aliviados, aunque pronto se oyeron gritos de enfado a su alrededor.
Myron y Brandon se abrieron paso entre la multitud, apresurándose para llegar hasta ella. En el centro, Millie y Vivian se miraron a los ojos.
Vivian tiró con fuerza, tratando de liberarse.
Millie era fuerte, su agarre era lo suficientemente firme como para evitar que las tijeras se movieran.
Los abucheos de la multitud aumentaron y el pánico de Vivian creció.
En su impulso imprudente, había olvidado los cientos de ojos que la observaban y el hecho de que esto se estaba retransmitiendo en directo.
«¡Suéltame!», gritó Vivian.
Millie bajó ligeramente la mirada, pero su mano no se movió.
Entonces, de repente, Vivian comenzó a sollozar. Con lágrimas en los ojos, gritó: «¿Por qué me detienes?».
Millie arqueó una ceja.
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«No sabía nada sobre los informes médicos», sollozó Vivian. «Lo único que sabía era que tenía cáncer de estómago… y que mis días estaban contados. Suéltame. No…».
«Detenerme. No iré al hospital. Si no me crees, moriré aquí mismo para demostrártelo».
Sus palabras y su lucha frenética lo dejaron claro: Vivian no estaba tratando de hacer daño a Millie en absoluto. Quería hacerse daño a sí misma.
La multitud se quedó paralizada, atónita por el giro de los acontecimientos.
Comenzaron a cuestionar su juicio anterior. ¿Se habían equivocado todos sobre su objetivo?
Por primera vez, la expresión de Millie cambió.
Se rió. «¿Quieres decir que las tijeras eran para ti? ¿Es eso lo que estás diciendo?», preguntó en voz baja.
«¡Sí!», gimió Vivian.
Millie soltó una leve risita.
«Pero vi que la hoja apuntaba hacia mí», dijo.
«Lo has malinterpretado», mintió Vivian, todavía llorando y con aspecto frágil.
Millie bajó la mirada con una leve sonrisa. «¿Lo malinterpreté? ¿Entonces todos los demás aquí también lo malinterpretaron? ¿Es eso lo que quieres decir?».
Vivian no respondió. Solo se resistió con más fuerza.
«¡Suéltame!», gritó.
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