Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 831
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Capítulo 831:
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Los periodistas, los devotos seguidores de Vivian y los curiosos exigían respuestas inmediatas.
En Internet, la retransmisión en directo se inundó de un sinfín de comentarios que se sucedían más rápido de lo que nadie podía leerlos.
De vuelta en el coche de Brandon, el guardaespaldas había recuperado la silla de ruedas y estaba abriendo la puerta para ayudar a su jefe a salir.
Pero algo iba mal.
«¿Sr. Watson?», preguntó, desconcertado por la inmovilidad de Brandon.
Pero Brandon no se movió. Se quedó paralizado, mirando los papeles que acababa de recuperar: el verdadero historial médico de Vivian.
La retransmisión en directo continuaba en su tableta, el caos llenaba el aire exterior, pero todo sonaba lejano, amortiguado.
La mano de Brandon comenzó a temblar ligeramente mientras sostenía los comprometedores documentos.
No tenía ninguna duda sobre su autenticidad.
Giffard había asistido recientemente a la conferencia médica en Flaville. Brandon sabía que sus métodos eran meticulosos. Los registros tenían que ser reales. Sin embargo, su mente se negaba a procesarlo. Estaba en blanco, vacío.
Por fin se le escapó un sonido.
«Je…».
Se rió, un sonido hueco y amargo.
Todo se había convertido en una enorme y cruel broma.
Cada cosa que había hecho en las últimas semanas, cada decisión que había tomado, cada sacrificio que creía estar haciendo por el honor y el deber… todo se había basado en una mentira.
Su acuerdo con Vivian —su convicción de que, una vez que ella falleciera, todo volvería a ser como antes— se había convertido en una farsa.
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Incluso él mismo era el mayor chiste de todos.
Hace solo unos minutos, se había estado torturando con preguntas sobre si podría aguantar hasta la muerte de Vivian, si debía seguir honrando su acuerdo a pesar del dolor que le causaba.
Ahora sabía la verdad: no habría ninguna muerte que esperar. Nunca la hubo.
Brandon se había equivocado.
Pensaba que nada en este mundo podría volver a quebrarlo. Pero la verdad que se escondía dentro de esa caja fuerte lo golpeó como un maremoto, arrastrándolo a un pozo de desesperación. Una risa amarga escapó de sus labios mientras clavaba los dedos en la palma de la mano hasta romper la piel, manchando la página de sangre. Todo esto… todo esto por una mentira ridícula.
El divorcio, la trágica muerte de su hijo con Millie, la ruina total de Millie… Había destrozado todo lo que una vez había apreciado.
Sus ojos ardían en rojo, pero seguía riendo, en una retorcida mezcla de ironía y dolor.
Incluso su guardaespaldas, que estaba cerca, sintió un escalofrío de inquietud.
—Sr. Watson, ¿se encuentra bien? ¿Debo llamar al Sr. Barnes? —preguntó el guardaespaldas nervioso.
Brandon se giró, con los ojos inyectados en sangre y ardientes de odio.
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