Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 807
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Capítulo 807:
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¿Qué broma cruel le impedía acceder a la verdad?
Había agotado todas las fechas importantes de su historia compartida, había introducido todos los aniversarios y hitos que alguna vez habían tenido significado entre ellos.
La furia y la desesperación libraban una guerra en su interior, amenazando con destrozar su compostura hilo a hilo.
Los dedos temblorosos de Brandon volvieron a alcanzar el teclado, con movimientos que adquirían la persistencia mecánica de un hombre poseído.
Continuó su inútil asalto a la cerradura, repasando cada preciado recuerdo de su historia compartida.
«¡Acceso denegado! ¡Contraseña incorrecta!».
«¡Acceso denegado! ¡Contraseña incorrecta!».
El ciclo se repetía sin cesar, mientras el amargo sabor del fracaso cubría su lengua con una desesperación metálica.
Cada rechazo lo empujaba más cerca del colapso psicológico total.
Algo salvaje y desesperado se debatía dentro de la jaula de su cráneo, luchando por liberarse, mientras los últimos vestigios de su mente racional se esforzaban por mantener el control.
Se balanceaba precariamente en el filo de la navaja de la locura, incapaz de encontrar la paz en la rendición o la fuerza en la resistencia.
Esta existencia liminal entre el colapso y el avance amenazaba con destrozarlo célula a célula.
«¡Acceso denegado! ¡Contraseña incorrecta!».
El mismo pronunciamiento electrónico despiadado rebotaba en el opresivo silencio de la habitación, y cada repetición clavaba espinas de acero más profundamente en sus ya desgastados nervios.
Sus dedos continuaron su desesperada danza sobre el teclado, atrapados en un bucle infinito de esperanza y devastación, hasta que los primeros rayos tentativos del amanecer comenzaron su lenta conquista del cielo nocturno.
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Dentro de los opulentos confines de la mansión Elliott, el deseo alcanzó su impresionante crescendo.
Los fuertes brazos de Myron rodeaban la cintura de Millie, sujetando su tembloroso cuerpo contra él mientras oleadas de emoción recorrían su cuerpo. La atrajo hacia sí, con un abrazo feroz y protector.
Sus dedos apartaron los mechones húmedos de cabello de su rostro sonrojado antes de que sus labios encontraran los de ella en otro tierno beso.
La respiración de Millie se entrecortó en la oscuridad teñida de dorado. A lo largo de la interminable noche, sus cuerpos se habían descubierto mutuamente en oleadas de pasión, una y otra vez, con un deseo primitivo que consumía cualquier pensamiento racional que se atreviera a aflorar. Ella miró a Myron, que se cernía sobre ella, contemplando su cabello revuelto y brillante por el sudor y el deseo ardiente que ardía en sus ojos de obsidiana. Por fin había conseguido dejar atrás el pasado y dar este paso adelante.
El hombre que compartía su cama esa noche era Myron, no Brandon.
Las primeras luces del amanecer comenzaban a pintar el cielo con delicados tonos pastel mientras ella levantaba la mano para trazar los contornos de su rostro.
«Myron», susurró su nombre como una plegaria.
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