Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 783
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Capítulo 783:
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Desde «Yesterday» hasta «Us», pasando por «Deep Sea», «Journey» y «Sculpture», cantó una tras otra.
Era como si lo volviera a vivir todo: caer, luego levantarse de las cenizas, labrarse su propio nombre contra la tormenta.
Entre la multitud, las lágrimas corrían por los rostros. Los fans veían reflejadas sus propias luchas en las de ella. Las canciones no eran realmente tristes; transmitían fuerza y esperanza, pero de alguna manera seguían provocando lágrimas. Se sentían como compañeras en las pruebas de la vida, susurrando valor para empezar de nuevo. Las emociones eran profundas, intensas, pero liberadoras.
Millie luchaba sus batallas en el escenario, mientras sus fans luchaban las suyas en las butacas. Nada había sido fácil, pero todos se mantuvieron fuertes.
Su voz se elevó. Los gritos de la multitud respondieron. Y la jaula que rodeaba su espíritu comenzó a temblar.
Cuando la última nota de «Sculpture» se desvaneció, el silencio llenó la sala. Millie miró hacia abajo, a los innumerables rostros llorosos. Sus ojos se enrojecían, pero sonrió. Entonces, por fin, estalló el aplauso, feroz e interminable.
Una brisa veraniega soplaba en la noche. Millie contempló el cielo oscuro, sabiendo que el final estaba cerca.
Se preparó. «Esta es la última canción. Una pieza nueva: «Me»».
El escenario se oscureció y luego se iluminó de nuevo. Millie dio un paso adelante. Sosteniendo el micrófono, cantó lentamente, elevando la voz hasta alcanzar el clímax.
«Me» transmitía el espíritu de «Sculpture». Hablaba de alegrías y heridas, de amor y odio, de caer y volver a levantarse.
Los drones se elevaron en el aire. La mariposa del comienzo regresó, resplandeciente con grietas. Sus orgullosas alas estaban desgarradas y rotas, apenas se sostenían. Por muy feroz que fuera, también podía caer.
La vida nunca era un camino de rosas. Era romperse y recomponerse, una y otra vez, hasta forjar la fuerza, igual que la mariposa ahora.
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La voz de Millie envolvió el momento, llevándola a ella y a sus oyentes más profundamente al corazón de la canción. La mariposa rota era su reflejo. Cada nota transmitía su viaje.
Esta canción declaraba que solo manteniéndose erguido se podían romper las cadenas y trazar un nuevo camino.
Los tambores retumbaban. Su voz se elevaba. Entonces, ¡clang!
Parecía que algo se había roto. Arriba, la mariposa estalló en llamas, con las alas ardiendo por los bordes. El escenario estalló en fuego, como si todo se hubiera incendiado. Millie se mantuvo en el centro, imperturbable.
Algunos en la multitud gritaron de miedo, pero ella no se inmutó. Las llamas parpadeaban en su rostro.
Parecía una mariposa luchando por su vida dentro del fuego. Su voz se elevó aún más. Detrás de ella, bajo las luces, parecían desplegarse unas alas.
En el cielo, la gran mariposa volvió a batir sus alas, renacida con brillantez. Esta vez, sus alas brillaban más que nunca, resplandeciendo a través del fuego, igual que Millie.
Ella era la mariposa. Ella era Millie. Ella era yo, la misma «yo» que se escondía en cada alma presente esa noche.
Mientras la voz de Millie se elevaba a través de la atmósfera electrificada, cada nota subía con una intensidad impresionante, sincronizándose perfectamente con el infierno ardiente que estallaba alrededor de su fascinante figura.
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