Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 777
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Capítulo 777:
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A las 6:55, todos los asientos del recinto estaban ocupados.
Los asientos de la primera fila eran para Myron, Alexia, Giffard y Egbert. Napier se sentó más cerca del escenario, mientras que Charles iba de un lado a otro, comprobando cada detalle y apenas parando lo suficiente para sentarse.
Intuyendo un cambio, Myron miró hacia el pasillo. Brandon estaba sentado en silencio en su silla de ruedas mientras su asistente lo guiaba hacia delante, con una caja fuerte similar a un maletín en el regazo, la misma que Giffard le había entregado antes.
En el momento en que sus miradas se cruzaron, fue como si una tormenta silenciosa se desatara entre ellos. Brandon se acercó y finalmente se detuvo cerca de Myron y los demás. Una vez que su asistente terminó de ajustar la silla de ruedas de Brandon, se alejó, dejando a Brandon solo.
En otra parte del backstage, Millie estaba realizando sus últimas comprobaciones. Un cosquilleo de nerviosismo le recorría el pecho, pero tras una última ronda de confirmaciones, se dirigió hacia el ascensor.
Al subir a la plataforma, Millie se preparó para lo que estaba a punto de suceder. Desde detrás del escenario, el estruendo de la multitud llegó a sus oídos. Cuando el ascensor comenzó a subir, la música llenó el aire y los fuegos artificiales estallaron en una explosión de color.
A través de una cascada de confeti, Millie entró en el foco de atención.
«Guau».
Una ola de emoción recorrió al público; vítores y gritos resonaron por todas partes. Brandon y Myron, enzarzados en un silencioso enfrentamiento momentos antes, centraron su atención en Millie, en el centro del escenario.
El confeti brillante cubría la plataforma, cada pieza reflejaba las luces y proyectaba un resplandor alrededor de Millie, que lucía absolutamente radiante en el centro de todo. De pie, sonrió al mar de rostros, y su sola sonrisa bastó para enloquecer a los fans.
«¡Millie! ¡Millie!», coreaba la multitud al unísono.
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Los ojos de Millie recorrieron el abarrotado recinto, empapándose de su energía, con el pecho oprimido por la emoción.
Nunca antes se había enfrentado a un público tan numeroso, cada persona atraída allí por su música y, lo que es más importante, por su afecto hacia ella.
El torrente de apoyo conmovió a Millie, llenándole los ojos de lágrimas. Últimamente había soportado una prueba tras otra, y el hecho de que Brandon la hubiera arrastrado a la fuerza casi la había llevado al límite.
Esos últimos días habían sido una mezcla de ansiedad y dudas, como si se hubiera vuelto invisible en su propia vida. Existía en el mundo, pero cada día se sentía vacía: nada le proporcionaba felicidad, solo un dolor que no podía explicar. Pasaba los días en piloto automático, vagando por la ciudad como un fantasma de lo que solía ser. Su realidad se sentía como una prisión con paredes invisibles, cada sensación teñida de una extraña sensación de irrealidad.
Esta noche, sin embargo, el rugido de la multitud sacudió esas rejas invisibles, rompiendo el entumecimiento y llevándola al borde de las lágrimas. Aun así, se recompuso y dejó que la música la guiara, entrando en la melodía cuando la banda comenzó a tocar.
El espectáculo comenzó con un número lleno de energía, con un ritmo trepidante y una coreografía precisa, que electrificó a todo el público. Cada detalle del escenario había sido cuidadosamente planificado y la canción, seleccionada con esmero, se había ensayado una y otra vez. Debería haber parecido algo rutinario. Sin embargo, cuando miró al público y vio tantas caras iluminadas por la emoción, el momento se transformó por completo.
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