Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 775
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Capítulo 775:
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Brandon seguía sin saber nada del segundo aborto espontáneo de Millie. Alexia lo había obligado deliberadamente a entrar en ese laberinto mental, obligándolo a analizar cada uno de los actos crueles que había cometido, introduciendo una contraseña tras otra en su desesperada búsqueda por desvelar los secretos de la caja fuerte, segura de que, al final, su memoria lo llevaría de vuelta al momento en que empujó a Millie por aquellas escaleras despiadadas.
«Si ese recuerdo aún se te escapa», susurró con venenosa satisfacción, «entonces, Brandon, tu corazón murió hace mucho tiempo».
Sus dedos aplastaron el teléfono contra la palma de su mano. «Estoy contando las horas, Brandon, esperando el momento en que la caja fuerte finalmente se abra y revele tus pecados».
Mientras tanto, Brandon permanecía paralizado en su coche, con el tono de llamada zumbando burlonamente en su oído. Las crípticas palabras de Alexia se arremolinaban en su mente como veneno, con su verdadero significado bailando justo fuera de su alcance.
Una peculiar ola de terror inundó su pecho. La caja fuerte parecía latir con energía malévola, albergando secretos que podrían destrozar lo que quedaba de su alma.
Abrirla podría desatar su pesadilla más devastadora.
El vehículo corría por las calles cada vez más oscuras. La mirada de Brandon permanecía fija en la pequeña caja fuerte, como si apartar la vista aunque fuera por un instante permitiera que se transformara en algo monstruoso que lo devorara por completo. La miró fijamente hasta que sus ojos ardieron por el cansancio y las lágrimas se acumularon contra su voluntad. La caja fuerte se difuminó a través de su visión llorosa, convirtiéndose en nada más que una sombra indistinta envuelta en su dolor.
Una vez más, el vívido color carmesí de la sangre de Millie destelló en su atormentada mente con espantosa claridad. Mientras una lágrima solitaria recorría su mejilla, extendió su temblorosa mano hacia el teclado una vez más.
Tenía que romper sus defensas a toda costa. Aunque los secretos que contenía tuvieran el poder de aniquilarlo por completo, necesitaba descubrir la verdad.
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De vuelta en la sala de conciertos, Millie se había refugiado en la zona de bastidores. Cuando llegó, los mensajes incendiarios ya se habían extendido por Internet como la pólvora, alcanzando un estatus viral. Naturalmente, había sido testigo de su devastador contenido.
Su teléfono no dejaba de sonar con llamadas entrantes, así que simplemente lo apagó por completo. Afortunadamente, Sheridan había instalado un software de protección para filtrar lo peor del acoso digital, lo que le proporcionaba una frágil burbuja de paz.
Pero cuando levantó la mirada, descubrió a Myron de pie a su lado con los ojos inyectados en sangre. Solo había examinado fragmentos de información dentro de informes clínicos y absorbido relatos de segunda mano de Alexia, Giffard y Charles, sin ser testigo del horror real. Ahora, solo unas pocas fotografías lo habían llenado de un terror y una angustia profundos.
Su mano agarró la de Millie con una intensidad desesperada, atormentado por visiones de pesadilla sobre el terrible destino que podría haberla reclamado.
Millie estudió la oscuridad que se arremolinaba en los ojos de Myron y comprendió la tormenta que se desataba en sus pensamientos. Le apretó la mano suavemente y le dedicó una débil sonrisa. «Ahora todo está bien. Me he curado por completo».
Pero la curación completa seguía siendo una hermosa mentira. Llevaría ese día consigo para siempre, como una cicatriz grabada directamente en su corazón. Incluso contemplar esos acontecimientos en el momento presente hacía que su corazón se contrajera con una agonía familiar. Su cuerpo se había curado, pero su espíritu permanecería fracturado para siempre.
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