Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 751
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Capítulo 751:
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Últimamente, la cuidadora se había perdido en pensamientos angustiosos. Como estaba constantemente al lado de Vivian, la gente probablemente asumía que estaba involucrada en todo el plan, especialmente en la falsa enfermedad de Vivian.
Al ser de Flaville, la cuidadora sabía que sus palabras no significarían nada si intentaba declarar su inocencia.
En cuanto a la farsa del cáncer terminal de Vivian, la cuidadora no creía que Vivian pudiera mantenerla mucho más tiempo. Quizás ahora todo parecía ir bien, pero en unos meses, cuando Vivian siguiera viva cuando se suponía que no debía estarlo, la verdad saldría a la luz y todo el mundo la vería.
Al principio, la mujer se consideraba una cuidadora más enviada por el centro, simplemente allí para ganar dinero y hacer su trabajo. El sueldo era sin duda generoso. Pero ser testigo de cerca de las manipulaciones de Vivian la llenaba de miedo. Le preocupaba no tener nunca la oportunidad de gastar el dinero que había ganado. Probablemente, Vivian acabaría echándole toda la culpa a ella, convirtiéndola en la chivo expiatorio perfecta.
Y no era solo Vivian: Brandon también había empezado a actuar de forma desquiciada. La idea de quedar a merced de Brandon le helaba la sangre.
Se dio cuenta de que tenía que actuar. La cuidadora necesitaba reunir pruebas para salvarse y, si no lo conseguía, su única opción sería huir. Huir era la última opción, ya que el alcance de Brandon, Myron y su círculo se extendía mucho más allá del país. Si acababa cargando con la culpa, podría haber una persecución internacional para encontrarla.
Con esas preocupaciones revolviéndose en su mente, la cuidadora apretó con más fuerza su bolígrafo grabador y lo introdujo silenciosamente en la rendija de la puerta. Mantuvo sus movimientos al mínimo, aterrorizada de que Vivian se diera cuenta. No había garantía de que obtuviera nada incriminatorio, pero tenía que intentarlo.
Dentro, Vivian seguía sin darse cuenta de nada, charlando por teléfono, absorta en su propia conversación.
En otro lugar, en un apartamento justo al lado de la sede del Grupo Watson, Brandon yacía tumbado en una amplia cama. Unas ligeras marcas en el poste de la cama indicaban que algo, o alguien, había estado atado allí antes. En su mano, jugueteaba con una piedra de tanzanita, observando cómo brillaba bajo la luz.
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No podía borrar de su memoria el día en que había atado a Millie a esa cama, y la culpa y el arrepentimiento le obligaban a cerrar los ojos.
Sentía un dolor sordo y constante en la pantorrilla. Myron no se había contenido durante ninguno de sus enfrentamientos. La lesión era inicialmente solo una dislocación, pero el tejido circundante estaba dañado y la recuperación llevaría tiempo. Ese mismo día había recibido otra patada. Después de ir al médico y volver a tratarse la zona, el dolor seguía sin remitir.
Entonces, de repente, Brandon pensó en las cicatrices ocultas bajo el pañuelo de Millie. Millie debía de haber sufrido mucho. Myron afirmaba que esas cicatrices se las había hecho ella misma. Llevaba mucho tiempo luchando contra sus propios problemas mentales.
Brandon no podía quitárselo de la cabeza. Abrió el cajón cercano y sacó los registros psiquiátricos de Millie. Al hojear las páginas, una profunda tristeza se apoderó de él.
Fue entonces cuando vio el nombre de la médica responsable: Rita Carpenter. Recordó haber visto a alguien con ese nombre en la clínica, y su tarjeta de identificación lo confirmaba. Tras comprobarlo dos veces, Brandon se dio cuenta de que Rita era realmente la mujer con la que se había cruzado antes.
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