Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 747
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Capítulo 747:
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En ese momento, su teléfono vibró en su bolsillo. Echó un vistazo a la pantalla; era su amigo quien le llamaba. Giffard miró hacia fuera. Se encontraba en una remota zona montañosa, con la institución en su base y una leve conmoción que aún se elevaba desde abajo.
Tras una breve pausa, respondió a la llamada.
—¡Giffard! —La voz al otro lado del teléfono temblaba con urgencia—. ¿Sabes lo que ha pasado? ¡En la institución que has estado visitando ha habido un incidente!
Giffard frunció el ceño, ocultando su diversión con una sorpresa fingida. «¿Qué quieres decir? ¿Qué ha pasado?».
«Nadie lo sabe aún con certeza, pero se rumorea que ha habido un robo», dijo su amigo. «El ladrón ha dejado el lugar patas arriba y aún no saben qué se ha llevado».
Bajando la mirada, Giffard se permitió una pequeña sonrisa. Era exactamente lo que había planeado. Sabía que era imposible cubrir todas las huellas, así que había provocado deliberadamente el caos y se había llevado otros archivos para distraer la atención. No tendrían ni idea de cuál era realmente su objetivo. Al fin y al cabo, esa sala de archivos no solo contenía el expediente de Vivian, sino muchos otros, además de documentos confidenciales.
—Giffard… ¿podría tener esto algo que ver contigo? —preguntó su amigo con cautela—. Últimamente has estado yendo allí mucho.
Giffard soltó una risa ahogada. —¿Qué estás diciendo? Solo descubrí esta institución después de llegar a este país. Me interesan sus nuevos proyectos y nunca me han impedido visitarlos. ¿Por qué demonios tendría que robar algo?
Aunque la gente lo señalara, sin pruebas, nadie podía afirmar que él fuera el culpable. Había hecho bien sus preparativos, manteniéndose fuera del alcance de las cámaras. Aunque tenía una herida, no había dejado ni una sola gota de sangre como prueba.
Bajó la mirada hacia su brazo, donde la herida aún sangraba. Tras intercambiar unas cuantas palabras más, Giffard terminó la llamada.
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Por ahora, el peligro parecía estar controlado. Sabía que las carreteras estarían restringidas, lo que significaba que tenía que permanecer escondido hasta la mañana siguiente, cuando llegarían sus contactos para sacarlo de allí. Esa idea lo tranquilizó y le dio cierta calma.
Volvió a mirar el documento que tenía en la mano. Millie tenía que enterarse de esta buena noticia. ¡Seguro que se pondría muy contenta!
De repente, sintió una gran nostalgia por ella.
Llevaba mucho tiempo fuera y no tenía ni idea de cómo se las estaba arreglando. A esas horas ya debía de ser de noche en casa, aunque quizá ella aún no se hubiera acostado.
Con eso en mente, marcó el número de Millie. Pero la línea sonó sin cesar sin que nadie contestara. La confusión lo invadió. Justo cuando el tono estaba a punto de cortarse, la llamada se conectó por fin.
—¿Giffard? —respondió una voz masculina.
Frunció el ceño. —¿Myron?
—Sí, soy yo —respondió Myron.
—He llamado a Millie —insistió Giffard—. ¿Por qué contestas tú? ¿Dónde está ella? —Una sensación de inquietud comenzó a apoderarse de él.
—Está durmiendo —respondió Myron—. ¿Necesitas algo? Se lo diré cuando se despierte.
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