Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 726
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Capítulo 726:
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Las pequeñas raspaduras de Millie ya habían formado costras. Solo las marcas profundas en sus muñecas tardarían más en sanar. Físicamente, estaba mejorando. Pero los sueños, como Rita le había advertido, eran el verdadero problema.
Eran las cadenas que la mantenían atada. Romperlas era algo que nadie más podía hacer por ella.
—¿Estás bien? —Myron le acarició la cara—. ¿Te encuentras mal? Millie negó con la cabeza y levantó la mano para tocarle la mejilla.
—Pareces muy cansado —susurró.
Él le cogió la mano y sonrió levemente.
—Si te preocupa, deja que una criada o una cuidadora se quede conmigo —sugirió ella, pero Myron negó con la cabeza.
El recuerdo de aquel día aún le quemaba por dentro: cómo la había descuidado, cómo no había estado allí para detener a Brandon antes, cómo la había dejado sufrir. No podía alejarse de ella ahora, no cuando estaba en su momento más frágil.
Myron miró a Millie.
De hecho, aquel día no solo había sido una pesadilla para ella. También lo había sido para él.
El remordimiento era aplastante.
Había enfrentado el exilio en el mar cuando era adolescente, había construido su poder a través de las dificultades y la sangre, y se había vuelto insensible a la muerte.
Había visto morir a innumerables personas y había estado a punto de perder la vida más de una vez.
A pesar de todo eso, pensaba que nada podía perturbarlo. Pero esta vez, el miedo lo había invadido profundamente. No era el miedo a que Brandon la tocara, aunque esa idea le causaba dolor, era algo mucho peor.
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Ella y Brandon llevaban juntos siete años e incluso tenían hijos. Él sabía todo lo que habían pasado. Estaba celoso, sí, pero ese no era el verdadero problema.
Era el miedo a que ella se rindiera. A que simplemente desapareciera de este mundo.
Solo pensar en ello le resultaba insoportable.
Si eso ocurría, no sabía en qué se convertiría, quizá en alguien más oscuro que el propio Brandon.
Aferrándose a su mano con fuerza, con voz ronca y baja, le susurró: «Déjame quedarme a tu lado, por favor».
El corazón de Millie se conmovió.
Podía sentir su dolor.
Lo entendía.
Bajo la suave luz de la lámpara, no se parecía en nada al hombre tranquilo y decidido que ella veía durante el día.
Parecía agotado, ensombrecido por una tristeza silenciosa. Su comportamiento tranquilo ocultaba una intensidad silenciosa y desesperada.
Era un lado de él que ella nunca había visto antes.
«Está bien», dijo ella por fin.
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