Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 719
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Capítulo 719:
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«¿Te duele?», preguntó Myron con voz monótona, casi indiferente.
Brandon apretó la mandíbula, con los ojos ardientes de rebeldía, pero Myron no respondió.
«¿No vas a responder?», insistió Myron, con el mismo tono de voz.
Brandon permaneció en silencio.
Myron soltó una breve risa sin humor mientras agarraba una silla y la golpeaba con fuerza contra la pierna de Brandon.
«¡Ah!», gritó Brandon, y el sonido resonó en toda la habitación.
«Te lo he preguntado», repitió Myron, sin cambiar de expresión. «¿Te duele?».
El sudor corría por la cara de Brandon mientras apretaba la mandíbula con tanta fuerza que sentía que los dientes se le iban a romper. Sus ojos ardían de odio mientras miraba a Myron, que se erguía sobre él con una calma inquietante.
Cuando Brandon se negó a hablar, Myron soltó la silla que había estado agarrando y presionó con los dedos directamente sobre el lugar donde acababa de golpear a Brandon.
El rostro de Brandon se retorció de dolor y se le cortó la respiración.
Pero ver su dolor solo intensificó la furia que ardía dentro de Myron.
La imagen de Millie temblando ese mismo día se le resistía a salir de la mente. Por mucho que ella insistiera en que estaba bien, Myron sabía que no era así.
Ella siempre hacía eso, siempre intentaba evitar que los demás se preocuparan por ella. Ponía buena cara y decía que todo iba bien, pero Myron se daba cuenta. Estaba lejos de estar bien.
Dos hombres se enfrentaban en la silenciosa habitación del hospital: uno frío y controlado, el otro retorciéndose de dolor.
Myron siguió presionando la herida de la pierna de Brandon, infligiéndole dolor metódicamente con precisión quirúrgica.
Afuera, se acumulaban nubes oscuras y la lluvia comenzaba a golpear contra las ventanas, sumiendo la habitación en sombras aún más profundas. La intensa luz blanca fluorescente del techo era lo único que atravesaba la oscuridad, haciendo que todo pareciera austero e implacable.
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Finalmente, Myron retiró la mano.
Brandon se desplomó sobre la cama, jadeando como un hombre que se ahoga y acaba de salir a la superficie.
Myron se acercó, inclinándose sobre él.
«Ahora duele, ¿verdad?». La voz de Myron se mantuvo firme, pero había un tono escalofriante debajo, un matiz gélido que contrastaba fuertemente con su comportamiento habitual, sereno y amable.
«¿Puedes sentirlo? ¿El dolor?», continuó, estudiando el rostro de Brandon.
«Cuando le hacías daño, ¿alguna vez te paraste a pensar en lo que ella estaba pasando?», preguntó Myron con voz baja pero llena de intensidad mordaz. «Cuando te suplicaba que pararas, cuando gritaba de dolor, Brandon, ¿alguna vez se te pasó por la cabeza cuánto sufrimiento le estabas causando?».
Brandon apretó los dientes y cerró los puños mientras oleadas de dolor le recorrían la pierna. Sentía todo el cuerpo inestable, desconectado de la realidad. No se atrevía a mirar a Myron. Lo único que veía en su mente era la expresión atormentada de Millie, lo pequeña y destrozada que parecía.
Apretó los ojos con fuerza, abrumado por la vergüenza e incapaz de encontrar palabras que pudieran importar.
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