Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 718
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Capítulo 718:
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Charles dejó que las palabras se desvanecieran, pero Myron entendió perfectamente lo que quería decir.
«No», dijo Myron con firmeza. «Te estoy diciendo la verdad: no lo consiguió». Brandon había dejado a Millie conmocionada, con la ropa arrugada y el cinturón desabrochado, pero Myron había llegado a tiempo para empujarlo antes de que las cosas fueran demasiado lejos.
Sin embargo, Charles no necesitaba oír esa parte. Charles soltó un largo suspiro de alivio.
«Gracias a Dios», murmuró. «Si hubiera ido más allá, no puedo imaginar lo que le habría hecho…».
Myron se limitó a observar a Charles en silencio.
Incluso sin que Brandon cruzara esa última línea, Millie había quedado destrozada. Ninguno de los dos habló mientras el coche se dirigía al hospital. Brandon yacía solo en la estéril cama del hospital, con el fuerte olor a antiséptico impregnando el aire. Miró fijamente al techo en blanco, con los acontecimientos del día anterior repitiéndose en bucle en su mente.
La figura destrozada e indefensa de Millie permanecía en sus pensamientos. Los celos lo habían consumido y había perdido todo el control.
«¡Bang!».
La puerta se abrió de golpe.
Charles y Myron estaban en la entrada, uno irradiando furia, el otro con una frialdad que parecía mortal.
—¡Brandon! —Charles se abalanzó sobre él, agarrándolo por el cuello y propinándole un puñetazo tras otro en la cara y las costillas—. ¡Bastardo asqueroso y desvergonzado!
Cada palabra parecía alimentar la ira de Charles, y con cada golpe, los puñetazos se hacían más fuertes.
Myron permaneció inmóvil, cerrando la puerta detrás de él y observando con expresión neutra cómo Charles seguía golpeando a Brandon. La sangre fresca se filtraba a través de las vendas que acababan de colocarle.
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Ayer mismo, Myron había dado órdenes a sus hombres de darle una dura lección a Brandon.
Sus hombres le habían dicho que, incluso después de que Millie y Myron se marcharan, Brandon siguió intentando levantarse y defenderse, hasta que lo dejaron inconsciente.
Myron había considerado brevemente involucrar a la policía, pero la situación era complicada. Las imágenes de las cámaras de vigilancia solo mostraban a Brandon obligando a Millie a subir a su coche, nada del interior del apartamento, donde había tenido lugar la agresión.
Las marcas en las muñecas de Millie y la mordedura en su pecho eran tangibles, pero todo lo demás provenía de su propia lucha presa del pánico.
Como Brandon no había cruzado la línea definitiva, no había ADN que respaldara una acusación de violación.
Peor aún, cualquier cosa relacionada con ellos siempre era objeto de titulares sensacionalistas, y si los medios de comunicación se enteraban, tergiversarían la historia, causando aún más sufrimiento a Millie.
Eso le dejaba a Myron una única opción. Se encargaría él mismo de Brandon.
Cuando los puños de Charles finalmente se detuvieron, Brandon yacía tendido en la cama como un muñeco roto.
Myron dio un paso adelante. «Tengo algo que decirle», le dijo a Charles.
Charles asintió secamente antes de salir y cerrar la puerta tras de sí.
Ahora solo, la mirada de Myron atravesó a Brandon como el hielo.
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