Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 700
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Capítulo 700:
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Ayer, Millie había mencionado que a Ari le encantaba su peluche de alpaca, y Myron lo había recordado claramente, porque ahora había traído a casa uno de verdad. Sabiendo lo mucho que a Myron le gustaba que sus animales estuvieran bien alimentados, se imaginó una alpaca redonda y esponjosa, lo que la hizo reír entre dientes.
El coche siguió hacia la guardería.
Una vez allí, se detuvo en el aparcamiento y esperó mientras Millie entraba. Era el final de la jornada escolar y la calle estaba llena de padres y niños.
Llevaba el bolso colgado del hombro mientras se abría paso entre la multitud. Una repentina vibración en su bolsillo la hizo detenerse. La pantalla mostraba un número desconocido.
Dudó un momento, sin saber si contestar. Antes de que pudiera decidirse, una mano le tapó la boca y la tiró hacia atrás.
Su cuerpo se retorció violentamente mientras luchaba contra el agarre.
Intentó gritar, pero acababa de pasar por una callejuela estrecha mientras miraba su teléfono y ahora la arrastraban hacia sus sombras vacías sin que nadie se diera cuenta.
Su pulso se aceleró y el miedo inundó sus venas.
¿Quién podía ser?
¿Era la misma persona que una vez había intentado atropellarla?
El sudor enfrió su piel hasta que se sintió empapada.
El dolor crudo de perder a su hijo tras el accidente la golpeó de nuevo, tan agudo que le hacía sentir como si el pecho se le desgarrara.
Una de sus manos buscó a tientas el teléfono para marcar el 911, mientras que la otra se aferraba a la pared, desesperada por frenar el tirón de su agresor.
El agresor le arrebató el teléfono a Millie y, en ese fugaz instante, ella se defendió con todas sus fuerzas, casi logrando liberarse de su agarre.
Justo cuando estaba a punto de escapar, él volvió a rodearla por la cintura con el brazo, levantándola y empujándola hacia el interior de la callejuela.
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«¡Mm!».
Millie se esforzó por gritar, pero él le tapó la boca con la mano, dejando escapar solo unos sonidos ahogados. ¿Qué debía hacer ahora?
El terror se apoderó de ella, dificultándole pensar con claridad.
Ella pateó, se retorció y arañó, pero él se aferró a ella como grilletes de hierro.
Su fuerza eclipsaba la de ella, manteniéndola atrapada en su abrazo.
Todo se volvió borroso ante sus ojos hasta que sintió que la empujaban al asiento trasero de un coche.
«Conduce».
La orden llegó con una voz que ella conocía muy bien, y cuando giró la cabeza, se encontró con la mirada de Brandon.
—¡Brandon!
Perdió los estribos y le dio un manotazo.
Pero él le agarró la muñeca en pleno movimiento, inmovilizándola con un agarre tan firme que por más que forcejeó no pudo soltarse.
«¡Suéltame!», gritó Millie, con una mirada tan penetrante que habría podido cortar cristal.
Brandon, sin embargo, no se movió, presionándola contra el asiento hasta que ella apenas podía moverse.
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