Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 610
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Capítulo 610:
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«¿Te gusta?», preguntó él con voz suave, justo detrás de su hombro.
Millie levantó la vista hacia él y se encontró con su mirada reflejada en sus ojos. Myron extendió la otra mano, abierta y firme, esperando a que ella colocara la suya en ella.
«¿Me permitirás ser quien esté a tu lado?», preguntó, con palabras que el zumbido cercano transportó con claridad. Luego se arrodilló, sin apartar la mirada de ella.
«Millie, comprometámonos», dijo simplemente.
Myron había considerado proponerle matrimonio directamente, pero sentía que una verdadera propuesta debía ser algo más grande, más especial. Tradicionalmente, el compromiso seguía a la propuesta. Pero esta no era una situación tradicional. Ambos sabían que este paso no garantizaba el matrimonio. Era algo que ya habían discutido y acordado.
Aun así, suponía un avance, una evolución más allá de llamarse novio y novia.
Mientras la miraba, Myron notó un ligero enrojecimiento alrededor de sus ojos. Lo único que quería era hacerle la vida más fácil, ser la mano firme en la que pudiera apoyarse cuando las cosas se pusieran difíciles. No podía soportar la idea de que ella sufriera.
—¡Millie! —La voz de Brandon resonó en la distancia.
Millie no se inmutó. Ni siquiera miró hacia el lugar de donde provenía el sonido. Su mirada permaneció fija en Myron. —¿Estás seguro? —preguntó en voz baja, con el pecho oprimido y un nudo en la garganta.
—Llevo años estando seguro —respondió Myron.
Sus miradas se cruzaron y Millie se sintió transportada de repente a aquel momento en el globo aerostático: el estudio en silencio, su voz, sus promesas y las pequeñas cosas que le había mostrado y que se habían quedado grabadas en su memoria desde entonces.
Ese día, justo antes de marcharse de su casa, él la había observado acunar al gato en sus brazos, acariciándole suavemente el pelaje. Le había dicho en voz baja: «Millie, nunca te preocupes por ser una carga o por complicarme las cosas. Puedes ser exactamente quien eres cuando estás conmigo».
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Millie miró a Myron. Él había hablado en serio.
Una vez le había dicho que podía distinguir claramente la diferencia entre el amor y la gratitud. Sus sentimientos no habían surgido por obligación, sino que habían llegado más tarde, cuando maduró y la vio tal y como era. Aun así, nunca menospreció la ayuda que ella le había prestado en aquel entonces. Siempre reconoció que no sería quien era sin ella.
Todas sus acciones habían tenido como objetivo tranquilizarla.
Mientras tanto, Brandon seguía resistiéndose y los refuerzos que había llamado habían llegado, lo que provocó un enfrentamiento entre las dos partes. Los curiosos se agolparon alrededor, con los teléfonos en alto, y sus voces se elevaron con entusiasmo mientras tomaban fotos y cotilleaban.
La luz del sol brillaba, pero Myron, todavía de rodillas, solo veía a Millie. Ella era lo único que le importaba.
—Millie —dijo Myron en voz baja cuando se dio cuenta de que ella se había quedado en silencio—. Déjame cuidar de ti, ¿por favor?
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