Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 499
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Capítulo 499:
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Millie sonrió. «En absoluto».
Ya no estaba casada. Tampoco se estaba entrometiendo en la relación de nadie. Ella y Myron estaban solteros. No había nada que ocultar.
Cuando aceptó salir con él, ya había aceptado la atención que recibiría. Además, solo estaban empezando a conocerse. Aún no había nada oficial.
No había ninguna regla que dijera que una mujer divorciada no podía pasar tiempo con un hombre soltero. Con ese pensamiento, Millie miró a Myron. «Gracias por hoy», dijo con sinceridad. «Lo he disfrutado mucho».
Myron le devolvió la sonrisa. Su expresión era tranquila, pero había una profunda ternura en sus ojos. «Genial, entonces».
Mientras ella fuera feliz a su lado, él estaría más que satisfecho.
Se marcharon juntos.
Afuera, más paparazzi los habían encontrado y la gente comenzaba a reunirse. Myron lo había previsto. Sus guardaespaldas despejaron el camino mientras él protegía a Millie y la guiaba hacia el coche. Se marcharon rápidamente.
Al caer la noche, Millie se sentó en el asiento trasero y contempló las luces de la ciudad a través de la ventana. El flujo constante de coches y gente la mantenía anclada en el presente. Se sentía real, a diferencia de la neblina surrealista que había sentido antes.
Bajó la ventanilla. El viento le acarició la cara. Lo disfrutó en silencio. A su lado, Myron la observaba en silencio.
El Bentley se detuvo frente al edificio de apartamentos de Millie.
En cuanto el coche se detuvo, se desabrochó el cinturón de seguridad y salió.
—Bueno, pues buenas noches —dijo con una pequeña sonrisa.
Myron asintió. «Buenas noches».
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Ella se dio la vuelta y se dirigió hacia el edificio. Myron se quedó junto al coche, observándola hasta que desapareció en el interior.
Millie entró en el ascensor, pulsó el botón de su piso y observó cómo subían los números rojos. Una extraña sensación se apoderó de ella.
El ascensor sonó.
Salió y se dirigió hacia su apartamento. Pero al doblar la esquina, se detuvo. Alguien esperaba fuera de su puerta.
Era un hombre, con los ojos inyectados en sangre y el rostro pálido.
Brandon.
No tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba allí, pero parecía cansado y agotado.
En cuanto la vio, dio un paso adelante. Millie se dio la vuelta para marcharse, pero él la agarró del hombro.
—Millie —dijo.
Su mirada la recorrió de arriba abajo, fijándose en el vestido azul. Era idéntico al de los vídeos de Internet. Su rostro se retorció de furia. —¿Estabas con Myron? —preguntó con voz fría.
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