Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 490
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Capítulo 490:
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Mientras estaban sentados, Millie vio unos peces nadando cerca del cristal. Mientras Myron charlaba brevemente con el chef, Millie tocó el cristal por curiosidad. Los peces se estremecieron y se alejaron rápidamente.
Myron se dio cuenta.
Hizo un gesto al chef y al camarero para que se marcharan y luego se volvió hacia ella. «Dame la mano», le dijo.
Millie se detuvo un segundo y luego le ofreció la mano con la que había tocado el cristal.
«Ahora el dedo índice», dijo él.
Ella lo extendió.
Él tomó su mano y presionó suavemente la yema del dedo contra el cristal. «Ahora, mira», dijo.
Para su sorpresa, el pez nadó hacia la yema de su dedo. Le siguieron otros, girando juntos y formando una hermosa escena en el agua tranquila. El movimiento agitó el agua y las suaves luces hicieron que pareciera mágico, como si ella misma estuviera bajo el agua.
«¿Te gusta?», preguntó él.
El cristal estaba frío bajo su dedo, pero la palma de su mano estaba cálida.
Millie se giró y vio su suave sonrisa. Ella asintió con una sonrisa.
«¿Cómo lo has hecho?», preguntó ella.
Él le soltó la mano y le indicó que se mirara el dedo.
Brillaba ligeramente.
«Los peces se sienten atraídos por este polvo brillante», explicó él.
Así que eso era.
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Millie miró la punta de su dedo y volvió a tocar el cristal. Los peces regresaron inmediatamente.
«Es increíble», susurró ella.
«Hace años, me encontré con todo tipo de criaturas extrañas en el mar. Si tienes curiosidad, puedo contarte más», dijo él.
«Me encantaría», respondió Millie con un gesto de asentimiento.
Viajaba mucho por trabajo, pero casi siempre en avión. El mar seguía siendo un misterio para ella.
Él comenzó a contarle historias sobre criaturas raras, minerales y lugares lejanos en los que ella nunca había estado.
Ella escuchaba, más relajada de lo que se había sentido en mucho tiempo. Aquí no había juegos. No había que pensar demasiado. Solo su voz y el mar.
«Una vez, en Eldoria, vi algo que los lugareños llamaban «lluvia azul». Cayó toda la noche, brillante, suave, hermosa», dijo él.
«¿Cómo era? ¿Hiciste fotos?», preguntó ella, cautivada por la maravilla de aquello.
«Te lo mostraré», dijo él, extendiendo la mano.
Ella la miró, dudó un instante y luego colocó su mano en la de él.
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