Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 455
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Capítulo 455:
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Entonces, ¿debería contarle lo que realmente pasó ese año?
Los ojos de Millie se desviaron hacia abajo, con una mirada llena de resignación. El momento había pasado: cualquier esperanza que había albergado se desmoronó. Brandon ya había entregado su corazón a otra persona. ¿Y qué pasaría si le contaba toda la verdad ahora? ¿Qué diferencia podría suponer? ¿Realmente esperaba que él se ahogara en culpa por sus sacrificios?
La amarga realidad la golpeó como una ola fría. Si la culpa tuviera el poder de devolverle lo que le pertenecía por derecho, él nunca habría conservado esa tanzanita una vez descubierto su verdadero significado. Revelarlo todo ahora solo le daría otra arma para hincar más profundamente en sus heridas.
Reconoció la inutilidad de quedarse allí más tiempo. Su vida estaba llena de asuntos urgentes que exigían su atención. La apuesta de alto riesgo con Vivian se avecinaba y la operación de Ari estaba a solo unos días: esas eran las batallas que realmente importaban.
Se negó a malgastar otro precioso momento pensando en la traición de Brandon.
Millie apartó su atención de él y se dispuso a marcharse, cuando Brandon frunció profundamente el ceño y se movió para seguir su retirada. Ella soltó una risa áspera y se volvió hacia Egbert con renovada determinación. —¿No dijiste que querías ayudarme? —preguntó con voz cortante—. Pues demuéstralo reteniéndolo.
La expresión de Egbert pasó de una leve sorpresa a una cortés comprensión. —Considéralo hecho.
Giró con suavidad y le dio un puñetazo en la mandíbula a Brandon. El impacto pilló a Brandon completamente desprevenido, haciéndole trastabillar hacia atrás hasta chocar contra la mesa de café. El mueble se volcó bajo su peso, haciendo que los objetos que había sobre él cayeran al suelo en una sinfonía de destrucción.
La puerta de la oficina se abrió de golpe con violencia.
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«¡Sr. Watson!».
«¡Brandon!».
Eugene y Babette irrumpieron en el caos y sus ojos captaron rápidamente la escena: Brandon tirado en el suelo y Egbert de pie sobre él, flexionando los nudillos con evidente satisfacción mientras sonreía a Millie.
Eugene se apresuró a ayudar a Brandon a ponerse en pie.
La mirada feroz de Babette se clavó en Millie con una furia inequívoca. —¿Qué ha pasado aquí exactamente?
Los labios de Millie se curvaron en una sonrisa burlona. —Exactamente lo que parece. Egbert esbozó una sonrisa caballerosa en dirección a Millie, sin inmutarse por el enfrentamiento.
La furia de Babette ardió aún más ante sus actitudes despreocupadas.
«Tenía intención de hablar contigo sobre esto», gruñó, con la voz temblorosa por la ira que apenas podía contener. «¿No crees que la cortesía exige que nos informes antes de organizar algo tan imprudente? ¿Te das cuenta de lo irresponsable que es este comportamiento? ¿Del daño que podría causar a la reputación de nuestra empresa?».
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