Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 451
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Capítulo 451:
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Un segundo después, Brandon sintió algo frío presionando contra su abdomen. No se inmutó. Entrecerrando los ojos, dio un paso adelante sin dudar, acortando la distancia entre ellos.
«Te das cuenta de que esto no es Flesta», dijo Brandon en voz baja. «Aquí hay leyes sobre armas».
Egbert se rió entre dientes, impasible. Mantuvo la mirada fija en Brandon mientras levantaba el teléfono y empezaba a marcar.
El teléfono sonó.
Brandon intentó alcanzar el bolsillo de Egbert, pero este fue rápido. Esquivó el movimiento y dio un paso atrás.
—¿Hola? —se oyó la voz de Millie.
Egbert sonrió y miró directamente a Brandon a la cara, fijándose en la tensión de su mandíbula. —Millie —dijo con suavidad—. Soy yo. Cuánto tiempo. ¿Cómo estás? Al otro lado del teléfono se hizo el silencio.
Brandon volvió a lanzarse, apuntando a la pistola. Esta vez, Egbert no se contuvo. La sacó del bolsillo y la apuntó directamente a la frente de Brandon. Al ver el fuego en los ojos de Brandon, Egbert sonrió y dijo: «He oído que Brandon y tú os habéis divorciado. ¡Enhorabuena!». Millie seguía sin responder.
«Bueno…», continuó Egbert, riéndose entre dientes. «Estoy aquí, en Watson Group. Pensé que podríamos revisar ese viejo contrato que firmamos hace años. ¿Qué tal si te pasas por aquí?».
Los dos hombres permanecieron inmóviles en silencio, sin pestañear, sin dar un paso atrás. A su alrededor, los murmullos se habían acallado. La gente se miraba entre sí, insegura e inquieta.
La sala contuvo la respiración. En ese momento, parecía que no existía nada más, solo los dos hombres enfrentados y Millie al teléfono.
Pasaron tres largos segundos antes de que Millie finalmente dijera: «De acuerdo».
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Egbert sonrió, ya con aire de suficiencia, sin apartar la mirada de Brandon. «¡Genial! Sabía que lo harías…».
Pero antes de que pudiera terminar, la línea se cortó y el pitido seco de la desconexión llenó el silencio.
Por un momento, se quedó allí, desprevenido, con la mirada fija en el teléfono que tenía en la mano. Millie le había colgado.
Antes de que pudiera reaccionar, Brandon aprovechó el momento y se abalanzó para arrebatarle el arma a Egbert.
Instintivamente, Egbert apretó el gatillo. Una pequeña flor brotó del cañón, dejando a Brandon paralizado por la sorpresa.
«¡Sorpresa!», se rió Egbert.
La sala exhaló al unísono, y la tensión se evaporó como la niebla.
Brandon soltó la mano de Egbert y se volvió hacia Babette y Eugene.
«Ustedes dos encarguense de esto. Si se complica, ganen tiempo. Digan que daremos una rueda de prensa para explicarlo todo».
«Entendido», respondió Babette al instante.
«Entendido, señor Watson», respondió Eugene también.
Brandon se volvió hacia Egbert con mirada severa. —Tú, ven conmigo.
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