Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 399
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Capítulo 399:
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Su memoria evocó la casual mención de Brandon de que Millie honraría con su presencia la actuación de hoy, cómo había reservado cuidadosamente el asiento justo al lado del suyo para la llegada de su esposa. Pero ni una sola alma había insinuado que Serena era en realidad Millie.
Un violento temblor se apoderó de Vivian cuando sus acciones pasadas se le vinieron encima. Recordó con total claridad cómo había acorralado a Serena entre bastidores, con la voz cargada de amenazas calculadas, mientras intentaba forjar una alianza contra Millie.
Si sus ojos no la engañaban ahora, entonces todos los planes que había urdido se desmoronaban en una comedia patética.
La negación le oprimía la garganta: que Serena y Millie fueran la misma persona violaba todas las leyes de la probabilidad y la lógica.
Vivian giró la cabeza hacia Brandon con desesperada urgencia.
Él permanecía inmóvil, como una estatua de mármol, con toda su atención puesta en la figura de Millie bañada por las luces del escenario.
Su mente se rebelaba contra la evidencia de sus propios ojos.
¿Cómo podía ser esta mujer extraordinaria Millie, la esposa que él creía conocer íntimamente? ¿Cómo había podido fracasar tan estrepitosamente en reconocer a la persona que había compartido siete años íntimos de su vida?
Su historia se remontaba a la inocencia de la infancia y los sueños de la juventud. Siete años juntos como pareja habían entrelazado sus vidas a través de innumerables experiencias compartidas. Infinitos momentos íntimos habían grabado cada detalle de su presencia en su memoria. Ella había ocupado el espacio a su lado durante tanto tiempo… ¿cómo era posible que no la reconociera después de que se hubiera puesto una máscara? Su mente lo llevó de vuelta a aquel primer encuentro con Serena, reproduciendo la escena con dolorosa claridad.
Ella había aparecido envuelta en un elegante abrigo mientras Charles la guiaba con cuidado protector por el laberinto del backstage.
Luego llegó la actuación debut de Serena, grabada para siempre en la conciencia de Brandon.
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Su esbelta silueta estaba envuelta en ese traje rojo rosado, con la misteriosa máscara ocultando su identidad. Las luces del escenario proyectaban sombras duras sobre su figura, dejando al descubierto los extensos moretones que pintaban su piel de tonos morados y amarillos, haciéndola parecer tan frágil que parecía que se rompería con el siguiente suspiro.
Su conciencia evocó aquel momento en el estéril hospital: la voz de Millie llamándolo por su nombre tras su devastadora caída por las escaleras, aquella única palabra, «Brandon», que ahora resonaba sin cesar en su memoria.
Su mano derecha temblaba mientras el recuerdo lo arrastraba de vuelta a aquella noche después de su primera actuación, cuando la había apartado para hablar con ella. Ella se tambaleaba como una caña rota, y su cuerpo acabó rindiéndose al agotamiento antes de que Charles la llevara a un lugar seguro.
Las piernas de Brandon amenazaban con ceder bajo su peso, su mandíbula se tensó en una línea rígida y su boca se comprimió en una esguina sin sangre.
Aunque su rostro parecía tallado en mármol, cualquiera que lo conociera de verdad podía leer el huracán de emociones que sacudía sus cimientos. ¿Cómo había podido fracasar tan estrepitosamente al no reconocer a Millie? ¿Podía una simple máscara tener realmente el poder de cegarlo ante la mujer cuya alma se había entrelazado con la suya durante incontables años? La respuesta le golpeó como un golpe físico: rotundamente no.
Desde su primer encuentro, Serena había despertado en él algo dolorosamente familiar: su estilo vocal distintivo, su extraordinaria intuición musical y esa inexplicable sensación de reconocimiento que lo había perseguido cada vez que ella subía al escenario. Sin embargo, había aplastado sistemáticamente cada instinto que le susurraba la verdad.
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