Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 382
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Capítulo 382:
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La voz de Babette se abrió paso, llena de curiosidad. «¿Eugene? ¿Millie? ¿Qué hacéis vosotros dos aquí?».
Con la facilidad que le daba la práctica, Eugene guardó el documento fuera de la vista.
Después de organizar su ahora famosa cata de vinos, Babette se había unido al Grupo Watson para siempre, no como parte del equipo financiero, sino supervisando los negocios en el extranjero, especialmente los relacionados con Fiesta, y colaborando con la división de su padre. Se acercó con determinación, con un documento en la mano, y se unió a ellos sin dudarlo.
Una mirada aguda se posó en Eugene cuando Babette preguntó: «¿Qué es todo esto?». Su atención se centró en Millie. «Brandon está en el hospital, ya lo sabes. Entonces, ¿qué te trae por aquí ahora mismo?».
Que Brandon estuviera enfermo o no no cambiaba los planes de Millie. Hoy se trataba de resolver asuntos inmobiliarios, un paso que había planeado con mucha antelación, con asesoramiento legal incluido.
El objetivo de Millie era mantener las cosas en orden y libres de la interferencia de Babette; solo quería recuperar los bienes de la familia Bennett, sin dramas.
Un sutil gesto de Millie instó a Eugene a trasladar la conversación a un lugar más privado.
Babette les bloqueó la salida, con una mirada sospechosa. «¿Adónde os escabullís? ¿Estáis tramando algo a puerta cerrada?».
Sin pestañear, Millie respondió: «No hay ningún secreto. Solo estoy separando lo que es mío del Grupo Watson, eso es todo».
Babette insistió con voz aguda: «¿Te refieres incluso a esa división?».
«Por supuesto». La respuesta de Millie fue fría y rápida.
Babette soltó una carcajada. «¿Estás loca, Millie? Ese departamento ya ha sido absorbido por el Grupo Watson. Ahora ya no se puede separar, ¡ya no te pertenece!».
«Babette». Millie no dudó. Dio un paso adelante y miró fríamente a Babette. «La división de activos entre Brandon y yo no es asunto tuyo».
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Una oleada de ira se apoderó de las mejillas de Babette. «¡Tú…!».
Millie, imperturbable, se dio la vuelta y se dirigió a Eugene: «Retomemos donde lo dejamos».
Babette, negándose a ceder, miró a Eugene con una mirada que lo desafiaba a decir una palabra. Apartó sus propios papeles, sacó su teléfono y marcó el número de Brandon.
«Espera, Millie. Brandon no va a dejar que te salgas con la tuya».
La mirada de Millie se posó en el teléfono que Babette tenía en la mano, con una expresión indescifrable.
Eugene intervino con tono cauteloso: «Sra. Watson, esto tiene que pasar por el Sr. Watson personalmente. Incluso con estos documentos, se requiere su aprobación».
Millie y Darrion intercambiaron una rápida mirada, en la que se reflejó un silencioso entendimiento. Ambos esperaban que Brandon tuviera que dar su visto bueno antes de que nada fuera definitivo.
Aun así, Millie hubiera preferido cerrar el asunto sin más rodeos.
Con tranquila determinación, se dirigió a Eugene y le dijo: «A partir de ahora, llámeme Millie».
Por un momento, Eugene vaciló. Al final, asintió y aceptó el compromiso. «Sí, señorita Bennett».
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