Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 361
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 361:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«Te admiro», admitió él con tono firme. «Y me gustas. Sinceramente». La confesión no la conmovió.
El dolor de su reciente divorcio aún era demasiado reciente; ninguna cantidad de admiración podría hacerla lanzarse a ciegas a otra relación de inmediato.
«Es que no lo entiendo», respondió Millie, levantando la mirada para encontrarse con la de él. «Hay muchas otras mujeres a las que podrías cortejar. Yo no soy nada especial».
Él negó con la cabeza, con convicción en cada rasgo de su rostro. «Te equivocas. Eres especial. No hay nadie como tú».
Millie dudó, sin saber cómo responder. El ambiente entre ellos se volvió extrañamente pesado.
«Lo siento», dijo ella tras una larga pausa, con voz suave pero firme. «Ahora mismo no puedo pensar en nada de esto».
Su mirada se posó en el café sin tocar que se enfriaba sobre la mesa.
¿Quién sacaba el tema del matrimonio así, tomando un café informal?
Apenas había finalizado su divorcio; lo único que quería era un poco de paz. La idea de un segundo matrimonio era una cuestión para otro momento.
Ahora tenía que pensar en Ari: su hija siempre era lo primero.
No era solo su propio futuro lo que estaba en juego. En ese momento, su atención estaba en otra parte: prepararse para la final de Heavenly Melody y llevar el acuerdo que ella y Brandon habían firmado al abogado. Tenía que luchar por lo que quedaba del antiguo negocio de la familia Bennett.
Myron miró a Millie, con la mirada fija y sin prisas, con una suave calidez en los ojos.
—Si el matrimonio está fuera de discusión, ¿qué tal una sociedad en su lugar? —propuso, con su voz tan tranquila como siempre.
Millie arqueó una ceja, sorprendida. —¿Una sociedad?
No te lo pierdas en ɴσνєʟα𝓼4ƒα𝓷.c○𝗺 para seguir disfrutando
Él asintió, imperturbable. —Estás divorciada, pero todo el mundo sigue viéndote como la exmujer de Brandon. Y sabes tan bien como yo que, una vez que Vivian desaparezca del panorama, Brandon intentará recuperarte. ¿Cómo piensas manejar eso?
Su tono era racional, casi tranquilizador. «Quizá tú y Charles queráis permanecer juntos y ayudaros mutuamente a salir adelante. Pero sabes que no es tan sencillo. Charles necesita tiempo y se enfrenta a Reuben y Oakley, ninguno de los cuales es un rival fácil. El Grupo Watson es demasiado poderoso para él en este momento. Y tú… por muy capaz que seas, Millie, una sola persona no puede enfrentarse sola a toda una corporación».
Se inclinó hacia delante, con voz tranquila y directa. «Digamos que intentas ganar tiempo, ¿cuánto tiempo puedes aguantar?».
Myron expuso los hechos sin una pizca de acusación, solo con sincera preocupación.
Entendía que proponerle matrimonio tan de repente podía parecer inapropiado, pero la verdad era que ya había demasiados hombres que querían a Millie para ellos solos. No podía permitirse esperar más, no si quería tener alguna oportunidad.
«Mis disculpas», continuó Myron, con voz suave pero firme. «Quizá fue una extralimitación sacar el tema del matrimonio tan pronto. Esa no es mi única solución. Hay otras formas de protegerte. Si el matrimonio te parece demasiado, podríamos comprometernos, o yo podría simplemente actuar como tu novio en público».
Millie se quedó sentada en silencio, con la mirada fija en el café humeante, perdida en sus pensamientos.
Se dio cuenta de que Myron no se equivocaba.
Myron esperó y luego le propuso: «Tres meses. Probemos esto durante doce semanas, una reunión cada semana. No tenemos que forzar nada. No tienes que presionarte para sentir algo por mí. Pero durante ese tiempo, si hay rumores sobre nosotros, o si la gente da por hecho que nos vamos a comprometer pronto, eso podría protegerte de muchos problemas. Y si, después de tres meses, no quieres tener nada que ver conmigo, nos separaremos, sin ataduras».
.
.
.