Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 342
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Capítulo 342:
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Evitar problemas se convirtió en su único objetivo; lo último que quería era que Millie se entretuviera y retrasara el divorcio.
Aun así…
La inquietud se apoderó de Vivian mientras deambulaba por su casa, agarrando con fuerza su teléfono.
¿Por qué aún no había recibido ninguna noticia?
Los preparativos para recoger los cinco millones ya estaban listos, pero el resto del plan seguía siendo incierto.
Cada paso debía ser perfecto. Si Millie descubría algo y hablaba con Brandon, el divorcio podría desmoronarse por completo.
Incluso después del periodo de espera obligatorio de 30 días, ambas partes tendrían que recoger el certificado de divorcio en el mes siguiente.
Con estas preocupaciones dando vueltas en su cabeza, Vivian no pudo resistirse a volver a marcar el número de contacto.
Tras varios tonos, la llamada finalmente se conectó.
Bajó la voz hasta convertirla en un susurro. «¿Va todo según lo previsto?».
Una voz masculina grave respondió: «Estamos en ello».
Vivian insistió, con un tono apenas audible: «Asegúrate de revisar todos sus registros en línea. Si hay algún tipo de divulgación automática configurada, podría arruinarlo todo».
«Entendido», fue la tranquila respuesta. Para evitar cualquier descuido, Vivian preguntó: «¿Dónde estás exactamente? No vuelvas hasta que estés seguro».
«Fuera de la ciudad», respondió la voz. En ese momento, un fuerte estruendo resonó en la llamada, algo pesado que claramente golpeaba el suelo.
Una dura maldición brotó de la voz grave. «¡Maldita sea!». Y entonces, la línea se cortó.
En las afueras de la ciudad, Alexia se dirigía hacia la finca de los Hussain, con una alegre melodía saliendo de sus labios.
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Escondida en las profundidades de la bodega de la mansión familiar, una preciada botella de vino la esperaba.
Ya había empezado a trazar planes en su mente: una celebración como es debido por la sentencia de divorcio de Millie, que sería oficial al día siguiente.
Su canción la llevó por un estrecho sendero, pero sus pasos se detuvieron cuando un repentino y estridente estruendo rompió el silencio que la rodeaba. Sobresaltada, se quedó paralizada. ¿Qué demonios era ese ruido?
Una curva cerrada reveló la escena: un coche negro parado no muy lejos de allí. El vehículo se alejó a toda velocidad, como si estuviera desesperado por dejar atrás algo, o a alguien.
Los ojos de Alexia siguieron una silueta que rodaba violentamente por la grava. Durante un momento de horror, se dio cuenta de que era inconfundiblemente humana.
Para su sorpresa, las ruedas del coche volvieron a pasar por encima de la figura tendida, sin dudarlo ni un instante.
No era un accidente: quienquiera que estuviera al volante lo había hecho a propósito.
«¡Ah!», gritó Alexia con un grito desgarrador.
Su mente se negaba a procesar lo que acababa de ver.
Con manos temblorosas, condujo su coche hasta el arcén, con las luces de emergencia parpadeando como luciérnagas frenéticas.
Mientras el vehículo negro desaparecía por la carretera, Alexia no perdió tiempo en llamar al 911.
Giffard y Brandon llegaron juntos a la comisaría local.
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