Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 334
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Capítulo 334:
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No fue solo la paliza: hace cinco años, Brandon reunió todos los delitos que Hayden había cometido y se los entregó a la policía. Se aseguró de que Hayden pagara por todo, incluso orquestó el divorcio de Hayden y Nicole.
Solo después de eso Millie pudo finalmente salir del infierno.
«¿Qué es esto?», preguntó ella, buscando el rostro de Brandon al otro lado de la mesa iluminada por velas. «¿Me has traído aquí solo para recordar viejos tiempos?».
Él la miró a los ojos, deteniéndose en el ligero rubor que se dibujaba en sus pestañas.
Brandon negó lentamente con la cabeza.
—He elegido este lugar al azar —respondió en voz baja.
Millie asintió levemente, tragándose el dolor que sentía en el pecho.
«Si ya hemos terminado, quizá deberíamos dar por terminada la noche», dijo con voz firme pero tranquila. «Querías cenar, hemos cenado. Querías que Ari estuviera aquí, está aquí. ¿Qué más puedes querer de mí ahora?».
Afuera, el cielo se había vuelto de un intenso azul zafiro y la oscuridad se apretaba contra las ventanas del restaurante.
Brandon dudó y luego la miró directamente a los ojos. «¿Bailarías conmigo?», le preguntó en voz baja, con una mirada tierna y extrañamente vulnerable.
Millie estaba encantadora bajo la tenue luz, con los ojos aún enrojecidos y el pelo recogido en un moño suelto que la hacía parecer aún más delicada.
Pero a Brandon nada de eso le importaba: lo que veía era a la chica que había sido una vez, descalza en el jardín, riendo sin miedo.
Aún le perseguía aquel verano lejano. Él había sido el forastero, acechando desde las afueras, observando a los Bennett a través de ventanas y puertas entreabiertas, ansioso por la felicidad que compartían.
Después de todos estos años, solo quería un recuerdo más con ella.
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«Como cuando eras pequeña», murmuró Brandon.
Encendió la música, algo lento y dulce, y se acercó, tendiéndole la mano.
Millie dudó, su mirada se posó en la mano extendida de él mientras un dolor silencioso le llenaba el pecho.
Los recuerdos de sus padres la inundaron: la risa suave de su padre, el cálido abrazo de su madre.
En aquellos días, la familia Bennett se encontraba en la cima de la pirámide social de Crobert. James Bennett era el favorito para ocupar el escurridizo cuarto puesto de poder de la ciudad, y el futuro de su familia era brillante e ilimitado.
En aquel entonces, el mundo parecía girar en torno a ellos tres, envueltos en una felicidad que parecía inquebrantable.
Solía creer que su pequeña familia permanecería siempre intacta.
El amor de sus padres era la envidia de todo Crobert. Pero el destino los separó: su padre falleció demasiado pronto y su madre se marchó para afrontar sola las dificultades.
Aún recordaba el día en que acudió a Nicole, desesperada por conseguir su ayuda para adoptar a Ari. Millie había intentado llamar a Nicole «mamá», buscando una conexión que simplemente no existía. Nicole se negó, manteniéndose a distancia.
Año tras año, Nicole parecía alejarse más y más, y su calidez fue sustituida por una fría cortesía.
Quizás, para Nicole, había una historia diferente, una verdad que Millie nunca debía saber.
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