Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 300
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 300:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
¿Realmente se llevaría a cabo el divorcio sin problemas? ¿Y cuánto tiempo podrían retrasarlo?
Charles conocía la verdadera identidad de Serena. Pero los demás inversores no, y no se les podía contar. ¿Cómo podrían arreglar esto sin revelar la verdad?
La tensión en la sala era palpable.
Lo que había comenzado como algo trivial se había convertido ahora en algo serio, algo peligroso.
Todos se quedaron sentados.
Entonces, el teléfono de Millie vibró.
Ella miró hacia abajo. Una llamada: la línea de Serena.
—¿Quién es? —preguntó Alexia rápidamente.
Millie negó con la cabeza. «No lo sé».
«¿Crees que alguien ha filtrado tu información? Quizás sea otro ataque», dijo Alexia con voz tensa. Había visto demasiados casos así en el sector.
Seville asintió con la cabeza. Él había visto lo mismo.
—¿Puedes configurar un bloqueador para el teléfono de Millie? —le preguntó Seville a Sheridan.
Sheridan ya estaba buscando su ordenador portátil.
Millie se quedó mirando su teléfono. No respondió.
La llamada terminó por sí sola. Entonces aparecieron dos mensajes en la pantalla.
«Serena, ya te di una oportunidad. Hasta ahora, solo has tenido suerte. ¿De verdad pensabas que no tomaría represalias? Ponte de rodillas y suplica, tal vez entonces considere darte una oportunidad». Los mensajes de Vivian iluminaron la pantalla, cada uno de ellos rebosante de desprecio.
Charles echó un vistazo y soltó una serie de maldiciones.
Visita ahora ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.ç◦𝓂 que te atrapará
Alexia y Seville también estallaron, y su indignación llenó la habitación de voces acaloradas.
Millie apretó el teléfono con tanta fuerza que se le pusieron blancos los nudillos.
Las constantes amenazas de Vivian y su engreído sentido del control hacían que pareciera que esperar un milagro era la única opción que quedaba. Pero Millie se negó a seguir esperando.
Veía, con total claridad, el rostro atormentado de su padre bajo nubes tormentosas, al chico protegiéndola con nada más que una tabla rota y a la pequeña y silenciosa niña que había perdido.
No estaba dispuesta a dejar que nadie dictara su destino nunca más.
Nunca más volvería a ser impotente.
Millie se clavó las uñas en la palma de la mano hasta que el dolor disipó la confusión y le permitió concentrarse.
Unos días más: solo necesitaba un poco más de tiempo para conseguir la sentencia de divorcio. Pero, en ese momento, el caos del programa exigía toda su atención. Solo dos cosas importaban por ahora. ¿Se cancelaría el programa sin previo aviso debido al escándalo? ¿O los patrocinadores la obligarían a marcharse antes de eso?
Parpadeó y su mirada se agudizó con una resolución repentina e inquebrantable.
Alejarse nunca fue una opción, no para ella.
.
.
.