Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 276
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Capítulo 276:
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Comprendía con dolorosa claridad que la trágica muerte de su padre había devastado mucho más que su propia existencia.
Su madre había sufrido una devastación igualmente profunda por esa pérdida catastrófica.
Sin embargo, las circunstancias y los agravios tácitos las habían llevado a este frío punto muerto.
Su teléfono volvió a vibrar contra la consola del coche.
Otra llamada entrante exigía su atención.
Millie luchó contra la incertidumbre antes de decidir finalmente aceptar la comunicación.
«¿Por qué no subes? He visto tu coche». La voz de su madre resonó en el altavoz con su característica franqueza.
Millie dirigió la mirada hacia la ventana del tercer piso, donde se recortaba la silueta de su madre contra la cálida luz interior.
«Muy bien», respondió Millie con resignada aceptación.
Al llegar a la entrada de la suite, la puerta se abrió antes de que sus nudillos pudieran tocarla.
Su madre, Nicole Morrison, apareció en la puerta con dignidad y compostura.
Se miraron durante un momento de profundo silencio, sin que ninguna de las dos mujeres encontrara el valor para expresar el reconocimiento familiar que ambas ansiaban desesperadamente.
Millie se descubrió incapaz de pronunciar la simple palabra «mamá», mientras que Nicole sintió que se le cerraba la garganta y le impedía cualquier expresión verbal.
Sin intercambiar cortesías, Nicole guió a Millie al interior y se sentó en el lujoso sofá, invitando a su hija a que se uniera a ella.
Tras una eternidad de incómodo silencio entre ellas, Millie reunió las fuerzas para romper su mutua parálisis.
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«Desde tu llegada a Crobert, ¿has ido a visitarlo?».
«Sí, he cumplido con esa obligación», respondió Nicole con mesurada precisión. Ambas mujeres entendieron perfectamente que «él» se refería al segundo marido de Nicole, el hombre con el que se había casado pero del que finalmente se divorció tras la muerte de James y que ahora residía tras las rejas.
Millie hizo su anuncio con absoluta sencillez. «Mi matrimonio también se acerca a su disolución definitiva».
La expresión de Nicole permaneció tan inmóvil como el mármol tallado cuando respondió: «Muy bien».
El silencio volvió a caer sobre ellas como un pesado telón, sofocando cualquier posibilidad de conexión significativa.
El antiguo reloj colgado en la pared continuó con su suave y rítmico tictac, marcando cada precioso segundo de su tenso encuentro. Finalmente, Nicole rompió el empate con una devastadora firmeza.
«Yo misma me encargaré de todos los trámites legales de Ari, así que no vuelvas». Le pedía a Millie que se marchara de forma educada pero firme.
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