Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 272
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Capítulo 272:
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Levantando el instrumento hasta la barbilla, dejó que sus dedos bailaran sobre las cuerdas. La melodía que tocaba era ardiente, rápida, con un ritmo que latía con energía pura. Bajo los hábiles dedos de Millie, el violín cobró vida, canalizando su espíritu y su voluntad.
Las notas familiares de Bullfight llenaron la sala, una canción que todos conocían bien. Millie había reelaborado la melodía, dejando que su violín chillara y se elevara, cada nota rebotando por la sala como una risa estridente.
Cuando terminó, la música vibrante y penetrante había roto la tensión y había provocado el aplauso del público.
No era solo una canción sobre las corridas de toros, era la marcha de un torero.
Y con Millie empuñando el arco, los papeles estaban claros.
Babette, empapada en vino tinto y humillada, era el toro en el desfile.
Brandon, exigiendo disculpas sin tener ni idea, también se vio envuelto en el espectáculo.
La actuación de Millie era una burla maliciosa y sin palabras dirigida a ambos. Hizo una reverencia elegante y luego se levantó para encontrar a alguien mirando desde el otro extremo del salón: un hombre que levantaba su copa, con diversión bailando en sus ojos.
Él había visto claramente su juego.
Entre ellos, su golpe no necesitaba explicación.
Los labios de Millie se curvaron en una sutil sonrisa cómplice mientras dejaba suavemente el violín a un lado y se volvía hacia Babette, que parecía a punto de explotar.
«¿Ha cumplido tus expectativas?», preguntó Millie, con un tono juguetón y dulce.
Babette captó al instante la indirecta que se escondía tras las palabras de Millie. Furiosa, empezó a lanzarse hacia delante, pero Brandon se interpuso entre ellas, bloqueándole el paso.
—Ya basta, Babette —murmuró Brandon con dureza, con un tono de advertencia en su voz. Sabía que un estallido más haría que toda la fiesta se viniera abajo.
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Babette también lo entendió, y desde luego no quería que Brandon indagara en lo que le había preguntado a Millie en Flesta.
Sin forma de descargar su furia, miró con ira la leve sonrisa burlona de Millie, con el odio bullendo bajo la superficie.
«Solo fue un pequeño accidente», admitió finalmente Babette, sonriendo con los labios rígidos y los dientes apretados. «Esas cosas pasan en las fiestas de cata de vinos».
Millie dio media vuelta y se alejó sin mirar atrás.
—Millie —Brandon la agarró de la muñeca, pero ella se soltó, con la espalda rígida por la determinación.
«La próxima vez, si piensas traer a Vivian, avísame con antelación», declaró Millie, pronunciando cada palabra con gélida precisión. «Me niego a compartir habitación con tu amante. Me pone…». Su mirada se posó en Vivian, llena de desdén.
«Enferma».
—¡Millie! —ladró Brandon, con voz amenazante y furiosa.
Pero Millie se limitó a mirarlo con una mirada gélida.
Una mirada fue suficiente: se alejó con la cabeza alta, el vestido susurrando detrás de ella, sin molestarse en mirar atrás.
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