Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 263
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 263:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Pensó que estaba absolutamente adorable y se inclinó para besarla.
Sus labios sabían a vino tinto y a risas.
«¡Todavía estoy bien!», declaró ella, dándole un codazo juguetón mientras servía otra copa.
«Esta es por la transición fluida del Grupo Watson… y esta es por ti, Brandon. ¡Que sigas siendo tan guapo como siempre!», añadió con una suave risa.
Perdieron la cuenta de cuánto bebieron. Una botella tras otra llegaba a su habitación. Al final, ella empezó a tambalearse ligeramente, con la copa aún en la mano.
«Esta…», comenzó. Lo miró con ojos tiernos y el corazón abierto. «Esta es por nuestra felicidad eterna, Brandon».
Pero solo consiguió dar unos pequeños sorbos a la última copa. Estaba demasiado mareada para terminarla.
Él la besó de nuevo, sujetándola por la cintura mientras el vino se derramaba inadvertidamente sobre el suelo.
El ambiente se volvió eléctrico.
«Seremos felices», susurró él, con voz baja y ronca por la emoción.
La atrajo hacia su regazo. Sus alientos se mezclaron.
Esa noche, perdieron la noción de los besos, del tiempo, de los límites. Probaron cosas nuevas, allí en la habitación y de nuevo en las aguas termales.
El vino tinto manchó el suelo. Su piel desprendía el aroma de él y del vino.
De vuelta en la cata de vinos, un camarero llegó para limpiar el desastre.
El líquido rojo fue limpiado lentamente, metódicamente.
Millie se apartó, perdida en el recuerdo de aquel invierno en Vascuosia. Hacía un frío tan intenso fuera…
«Ya está todo limpio», dijo el camarero, recogiendo los cristales rotos.
Sigue leyendo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.c♡𝓂 para seguir disfrutando
La mujer que había tirado la botella se disculpó una vez más antes de marcharse apresuradamente.
Brandon se quedó mirando el suelo mientras se secaba lentamente. Por razones que no podía explicar, aquella imagen le inquietaba profundamente.
En otro tiempo se habían amado con intensidad, habían soportado muchas cosas juntos. Ahora, todo eso le parecía increíblemente lejano. ¿Dónde se había torcido todo?
No lo sabía. Así que se quedó en silencio.
En algún momento, el teléfono que llevaba en el bolsillo dejó de vibrar.
Ahora, simplemente se sentaban allí, con un pesado manto de silencio entre ellos.
Se oyó un golpeteo seco y, de repente, la sala se oscureció, dejando solo el escenario iluminado por un círculo de luz nítido.
Babette dio un paso adelante con un elegante vestido de cóctel sin tirantes, atrayendo la atención de todos.
«¡Damas y caballeros!», exclamó radiante. «Bienvenidos a mi fiesta de bienvenida. A partir de hoy, vuelvo oficialmente a trabajar en mi tierra natal. Espero que…».
Brandon la miró fijamente mientras ella seguía hablando.
Brandon no tenía hermanos. Babette era solo su prima menor, la hija del hijo menor de Derek, y la niña mimada de la familia Watson. Incluso mientras estudiaba en el extranjero, ya había asumido tareas difíciles para las empresas internacionales de la familia. Ahora, recién salida de una universidad de la Ivy League en Flesta, brillaba como un titular. Llevaba su estatus como si se lo hubiera ganado por méritos propios.
.
.
.