Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 254
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Capítulo 254:
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«Pero dentro de nueve días estaremos oficialmente divorciados», añadió Millie con delicadeza. «No tienes que preocuparte por él».
Le alisó el pelo a Ari con delicadeza y dejó escapar un suspiro silencioso. «A veces cometemos errores. Él fue uno de ellos. Pero estoy haciendo todo lo posible por arreglar las cosas y te prometo que él no formará parte de nuestras vidas. Vamos a estar bien».
Millie se adentró en un terreno inesperadamente personal, y sus palabras salieron a borbotones antes de que pudiera detenerlas.
Miró a Ari, con un suspiro de cansancio resonando en su pecho.
Si era sincera, nada de esto estaba realmente destinado a los oídos de Ari: se lo estaba confesando a sí misma, ordenando el dolor que aún llevaba dentro.
Seguir adelante no significaba borrar el pasado. Significaba despojarlo de su poder.
Brandon, sus recuerdos, sus errores, ya no dominaban su vida.
Nada de lo que él hiciera podía afectarla ahora. O eso esperaba desesperadamente.
Casi se rió de la ironía de desahogar su corazón ante una niña.
Seguramente Ari no podía comprender el enredado lío de los remordimientos de los adultos. Pero antes de que Millie pudiera decir nada más, Ari la envolvió en un abrazo feroz y sincero, como si estuviera decidida a protegerla del mundo.
Los diminutos brazos de Ari apenas rodeaban la cintura de Millie, pero el abrazo irradiaba un consuelo obstinado.
—No voy a llamarle papá —murmuró Ari en voz baja.
«Las dos vamos a estar bien», continuó, con una voz apenas audible. «Mis padres biológicos no me quisieron, pero eso es solo porque no eran los adecuados. Encontrarte a ti, eso es lo que importa. Ahora tú eres mi verdadera madre».
Ari levantó la barbilla, con los ojos llenos de lágrimas, pero brillantes de esperanza obstinada.
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«Cuando lo dejes, también encontrarás a alguien mejor. Igual que yo te encontré a ti».
Millie parpadeó, sorprendida por la profundidad de las palabras de Ari.
La emoción se le subió a la garganta, demasiado intensa como para tragarla. Abrazó a Ari con fuerza, aferrándose a ella como si quisiera anclarlas a ambas.
Ari la abrazó también, con sus pequeños brazos fuertemente entrelazados.
En ese momento, los lazos de sangre no significaban nada. Era como si el destino mismo hubiera unido sus corazones.
Millie se quedó sin palabras, incapaz de expresar la tormenta que se agitaba en su pecho. Las palabras simplemente no le salían. Pero Ari tenía razón: todo iría bien.
Por muy impredecible que se volviera la vida, cada dificultad que superaban las acercaba más a la luz del sol al otro lado.
El viento barría la noche con un frío cortante.
En una de las salas privadas del club, bañada por una luz tenue, Brandon se sentó acurrucado, bebiendo vino mientras la oscuridad se cerraba sobre él.
La pesada quietud no servía para calentar el aire ni para suavizar el dolor que le martilleaba detrás de los ojos.
No podía dejar de recordar la mirada que Millie le había lanzado: fría, distante, definitiva. Cada vez que su voz resonaba en su mente, le atravesaba más profundamente. «No me empujes a odiarte».
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