Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 240
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Capítulo 240:
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Mientras las conversaciones sobre Serena dominaban el mundo online, una noticia de última hora se apoderó repentinamente de las tendencias: un titular anunciaba: «¡Alerta de escándalo! Millie y Charles, pillados juntos en repetidas ocasiones, saltan chispas entre ellos».
La noticia del «escandaloso romance» apenas tuvo tiempo de asentarse antes de que Brandon diera instrucciones a Eugene.
«Ponte en contacto con Evans Entertainment. Localiza a Eva y ve si puedes redactar un nuevo contrato. El pago se puede negociar», dijo Brandon con voz tranquila y controlada.
Vivian había afirmado audazmente que la canción de Eva era una creación suya y, aunque él no estaba de acuerdo con cómo se habían desarrollado las cosas, aún había que lidiar con las consecuencias.
Después de transmitir sus órdenes, Brandon se dio cuenta de que sus pensamientos volvían a Millie. Se preguntó, casi en contra de su voluntad, cómo habría manejado ella un problema así.
Sacudió ligeramente la cabeza para alejar ese pensamiento.
Sabía que Millie nunca se habría permitido verse envuelta en un escándalo así; problemas como estos no la habrían afectado en absoluto.
Una imagen fugaz pasó por su mente: la risa de Millie mientras paseaba con aquella niña, su felicidad tan evidente incluso detrás de una máscara.
Momentos como ese parecían un recuerdo lejano: ¿cuándo fue la última vez que la había visto tan contenta?
Con el caos arremolinándose a su alrededor, Brandon se presionó las sienes con los dedos, tratando de aliviar el dolor que comenzaba detrás de sus ojos.
En ese momento, Eugene entró apresuradamente en la habitación, con pasos rápidos y urgentes. —Sr. Watson, ha habido novedades con respecto a la Sra. Watson… —dijo, dudando solo un instante antes de entregarle la tableta a Brandon.
Eugene no podía hacer nada más; la situación ya se había escapado de su control.
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Brandon cogió la tableta y sus ojos recorrieron una serie de instantáneas: Millie riendo con Charles mientras entraban y salían de las oficinas de Evans Entertainment.
Foto tras foto captaban a Charles pasando por el hospital mientras Millie estaba ingresada, su presencia hacía imposible ignorarlo.
Una de las últimas actualizaciones era un breve vídeo: Millie, llevando en brazos a una niña cuyo rostro estaba artísticamente difuminado, desaparecía en un comedor privado. Poco después, Charles la seguía, con los brazos llenos de regalos para niños.
Un titular llamativo gritaba desde la parte superior de la publicación: «¿Brandon Watson engañado? ¡Millie ha desaparecido durante semanas, solo para reaparecer en una escena familiar íntima con Charles Evans!».
«¡Bang!». Un estruendo atronador resonó cuando Brandon golpeó la tableta con todas sus fuerzas.
La voz de Eugene denotaba alarma. «¡Sr. Watson! Por favor…».
La ira se apoderó de Brandon, hirviendo por dentro.
Un momento antes, había imaginado la risa y la calidez de Millie con ese niño, imaginándola feliz. ¿Toda esa alegría provenía realmente del tiempo que pasaba con Charles?
¿No era suficiente con la participación de Giffard? ¿Ahora Charles también formaba parte de ello?
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