Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 221
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Capítulo 221:
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La sala se quedó en silencio. El escenario era fascinante. Para muchos de los asistentes, era la primera vez que presenciaban algo así en persona, y el ambiente les dejó sin aliento.
Brandon se incorporó ligeramente, frunciendo el ceño una vez más. Esa extraña e inquebrantable sensación de familiaridad volvió a apoderarse de él.
Afuera, la transmisión en vivo se reproducía en innumerables pantallas.
A primera vista, nada destacaba: el decorado con temática de sirenas parecía sencillo, incluso un poco barato. Bajo la iluminación, parecía una exposición de juguetes, plástico y recargado. Pero entonces la imagen parpadeó y algo cambió. Lo que parecía sencillo y olvidable se convirtió en algo llamativo.
Algunos espectadores, en medio de un sorbo, se detuvieron al darse cuenta de lo que había sucedido. El escenario, que parecía aburrido hacía solo unos momentos, había cobrado vida: su textura era más rica, la iluminación más suave y profunda, casi líquida.
Lo que antes parecía mediocre ahora brillaba con un enfoque nítido.
El vestido de la sirena, con su tejido escamado besado por la luz azul, brillaba como las olas del mar bajo la luz de la luna, y cada destello convertía a Serena no solo en una intérprete, sino en algo mítico.
Y así, sin más, se ganó al público.
Ante sus ordenadores portátiles, Seville y Alexia estaban prácticamente radiantes.
«¡Charles lo ha conseguido!», exclamó Seville.
«Pensé que estábamos perdidos, ¡pero esto es perfecto!», añadió Alexia.
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«¡Por fin estamos tomando el control!».
«¡Es hora de callar a esa gente de una vez por todas!».
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«¡Millie lo es todo!».
Su emoción se desbordó y las risas llenaron la sala, sin darse cuenta de que Sheridan estaba cerca, escuchando en silencio con una sonrisa divertida.
Entre bastidores, Vivian comprobó la retransmisión. Su expresión vaciló por un segundo, pero rápidamente recuperó su máscara de compostura. Se excusó para ir al baño y, una vez fuera del alcance de las cámaras, sacó su teléfono y llamó a Oakley.
Él respondió rápidamente.
«¿Qué está pasando?», espetó ella. «¿No lo teníamos todo controlado? ¿Por qué la retransmisión en directo se ve mejor?».
«Quizás aún no ha entrado en funcionamiento. Me encargaré de ello», respondió Oakley, tratando de mantener la calma.
«No olvides lo que prometiste», dijo ella con frialdad. «Si Serena se te escapa de las manos, Charles será más difícil de manejar».
«Lo entiendo», dijo Oakley, tratando de mantener la calma.
Pero ya era demasiado tarde. Oakley no sería quien arreglara esto, no ahora.
Charles estaba de pie junto a la puerta de la sala de control, con los brazos cruzados y una sonrisa de satisfacción en los labios. A su alrededor, varios saboteadores sometidos estaban sentados, abatidos, rodeados por su equipo. Oakley se acercó desde la distancia, sin darse cuenta de que el juego ya se le había escapado de las manos.
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