Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 22
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Capítulo 22:
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Charles respondió con una sonrisa cómplice. «Funciona para ambas partes». Esas palabras sonaban ciertas.
Las luchas de poder se habían convertido en la rutina diaria de la familia Evans. Los tres hermanos Evans tenían la mirada puesta en el Grupo Evans, cada uno decidido a hacerse con el control.
Solo el más astuto se alzaría con la victoria al final.
La conversación se prolongó un poco más. Charles prometió que mantendría en secreto el inminente divorcio de Millie y Brandon, y luego se excusó para volver a sus llamadas de negocios.
Hablarían de los detalles de su incorporación al programa Heavenly Melody en otra ocasión.
Millie se quedó allí un rato más. El calor del café permanecía en sus manos mientras observaba cómo el viento bailaba entre las hojas del exterior.
El tiempo pasó hasta que oyó pasos que se acercaban.
Primero llegó la silueta familiar. La presencia de Brandon parecía llenar la habitación incluso antes de que hablara.
Ella lo reconoció al instante, así que se volvió a poner la máscara y se dio la vuelta, con la esperanza de protegerse.
«¿Por qué lo has hecho?», la voz de Brandon rompió el silencio antes de que ella pudiera alejarse. Su tono tenía un peso inconfundible, el tipo de confianza que se construye a lo largo de años de influencia.
Su colonia, Tom Ford Oud Wood, llegó hasta ella, mezclándose con un ligero aroma a humo.
Era un aroma que ella había llegado a asociar solo con él.
Él continuó: «Tienes un don para componer música. Tus canciones revelan una gran profundidad. ¿Por qué poner obstáculos a alguien que se está quedando sin tiempo?».
Millie sintió una punzada de tristeza al oír sus palabras.
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Con deliberada lentitud, Millie se volvió hacia Brandon. Notó el sutil pliegue entre sus cejas mientras él la observaba.
Una pequeña pregunta permaneció en sus labios. «¿Crees que tengo talento?». Buscó sus ojos, apenas por encima de un susurro.
Una mirada de incertidumbre brilló en los ojos de Brandon.
«Por supuesto que lo tienes», dijo Brandon.
Nadie podía discutir eso.
Sin embargo, a Millie se le escapó una suave risa.
¿Talento? ¿Era eso lo que él veía en ella?
Los recuerdos de su noche de bodas afloraron.
Aquella noche, Brandon había encendido una cerilla, se había liado un cigarrillo y había dejado que el humo se esparciera por su nueva y desconocida casa.
—Millie, estoy preocupado por el abuelo —dijo—. Tu pequeña afición por componer canciones tendrá que esperar. Ahora mismo, quiero que me ayudes a cuidar de mis abuelos. Sus palabras flotaban en el aire, distantes y ligeras, como el humo del cigarrillo que se elevaba hacia el techo.
Ella le había ofrecido un compromiso. Compaginar la familia y el trabajo parecía posible. Brandon solo frunció el ceño. «No necesitas seguir trabajando donde todo el mundo puede verte».
Al final, ella cedió a sus deseos.
Convenciéndose a sí misma de que el deterioro de la salud de Derek realmente requería su atención, trató de dejar de lado sus dudas.
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