Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 202
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Capítulo 202:
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Los sollozos de Vivian se hicieron más fuertes, el dolor se apoderaba de cada respiración. Una súplica desesperada salió de su boca. «Pero lo prometiste, Brandon. Dijiste que concederías mi deseo. Se me acaba el tiempo y sigues sin tocarme». Preguntó con voz temblorosa: «¿Es por Millie? ¿Aún la amas?».
Con lágrimas corriendo por su rostro, Vivian siguió suplicando. «Solo una vez, por favor, finge que soy ella si es necesario. Solo te quiero a ti esta noche».
La imagen destrozada de Millie, con el rostro manchado de lágrimas, pasó por la mente de Brandon, y la confusión se apoderó de él.
Mantuvo un tono suave pero distante. «Intenta descansar un poco. Me voy ya. El médico vendrá pronto a verte».
El grito de Vivian resonó en la habitación, desgarrado por la angustia. «¡No quiero un médico!».
Mirando por encima del hombro, Brandon captó la pregunta cruda en sus ojos. «¿Es que… crees que estoy sucia?».
Completamente destrozada, Vivian se derrumbó. «En todo este tiempo, nunca me has tocado. ¿Es por lo que pasó aquel día?».
Con los hombros caídos, Brandon permaneció en silencio, con las manos apretadas a los costados.
Vivian soltó una risa áspera y sin humor. «Lo sabía. Soy barata. Soy asquerosa». El arrepentimiento se apoderó de su voz. «Pero esto no es lo que yo quería, Brandon…». No se atrevió a terminar la frase.
Esas palabras la dejaron completamente agotada, su cuerpo se derrumbó y se desplomó en el suelo, sacudida por los sollozos.
Brandon se quedó inmóvil, observándola desmoronarse en el suelo, con la mano derecha empezando a temblar. Pasaron unos instantes antes de que finalmente se agachara a su lado y le tendiera un pañuelo.
Con una voz apenas audible, dijo: «No tienes la culpa de nada. La culpa es mía».
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En ese momento, el médico al que Brandon había llamado llamó a la puerta. Ayudó con delicadeza a Vivian a vestirse e invitó al médico a entrar. Al ver al médico, los ojos de Vivian se llenaron de miedo.
La preocupación la carcomía, aterrorizada por la posibilidad de que sus secretos salieran a la luz.
Vivian volvió a bajar la cabeza y, con voz temblorosa, soltó un grito. «Brandon, ya estoy bien. De verdad que no quiero ver a un médico».
Brandon frunció el ceño. «Tu salud no es muy buena. Ver a un médico podría ayudarte a aliviar un poco las cosas».
El médico que estaba junto a ellos asintió levemente con la cabeza. Había oído hablar de la enfermedad de Vivian, ¿quién no? Los medios de comunicación no habían dejado de hablar de ello y no podía evitar sentir lástima por ella.
Vivian esbozó una débil sonrisa. —No pasa nada. Tomaré unos analgésicos. —Luego añadió en voz baja, con un toque de humor seco—: ¿Qué más da un día más o menos? Ya no cambia gran cosa.
Volvió a mirar a Brandon. Él no le devolvió la mirada. En cambio, despidió al médico con un gesto y la ayudó a levantarse del sofá, acompañándola al dormitorio. «Esto no tiene nada que ver contigo», dijo con tono seco. «Es solo que estoy agotado de lidiar con mis abuelos hoy. No estoy de humor. Necesitas descansar. Así que duerme bien».
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