Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 194
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Capítulo 194:
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Las lágrimas le corrían por las mejillas y apretó los puños con tanta fuerza que se le pusieron blancos los nudillos, negándose a parecer débil. «Me dijiste que Vivian se estaba muriendo, que le quedaba medio año de vida, y que querías cuidar de ella. De acuerdo. Me dijiste que necesitabas el divorcio por su bien, y yo te acompañé hasta el juzgado. Lo que fuera que tuvieras con ella, lo dejé pasar. Pero ¿cómo pudiste menospreciarme? ¿Cómo pudiste mostrar tanto desprecio por mí y por mi hija?».
La voz de Millie apenas superaba un susurro, pero cada sílaba resonaba en el silencio de la noche. «Brandon, el dolor no es solo para ti y Vivian. Cometí el error de amarte y me marcharé. Pero ¿qué te da derecho a herirnos así a mí y a mi hija?».
Su boca temblaba y su voz se quebró al pronunciar las últimas palabras. Se clavó las uñas en la piel, tratando de mantener la compostura.
Decidida a no derrumbarse, Millie apretó los labios con obstinación, formando una línea inflexible.
—Millie… —Brandon frunció el ceño con angustia, y cada palabra le salía como si le desgarrara—. Sobre Vivian…
Buscó las palabras, pero al final no le salió nada.
La pálida luz de la luna los bañaba, proyectando un resplandor frío y brillante sobre la escena. «Medio año», logró decir finalmente, con palabras pesadas y lentas. «Es todo el tiempo que le han dado».
Una risa hueca se escapó de los labios de Millie.
Levantó la barbilla y sus ojos se posaron en el vasto cielo negro en lugar de en los de él. ¿Cómo se había desmoronado todo así? ¿Por qué era él la fuente de tanto dolor? Se secó las últimas lágrimas con el dorso de la manga, sin ganas de decir nada más, y se dio la vuelta para marcharse.
Brandon extendió la mano y la agarró antes de que pudiera escapar.
—Millie —dijo, pronunciando su nombre con voz ronca, sin querer soltarla.
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Ella no respondió. Giró el brazo, decidida a liberarse.
Pero él solo apretó más fuerte.
Bajo la mirada de la luna, el rojo de sus ojos coincidía con la obstinación de su agarre.
Millie luchó contra él, desesperada por estar en cualquier otro lugar menos allí.
La brisa nocturna la atravesó y, de repente, el mundo comenzó a girar de nuevo.
Ese vino…
Los años que Millie había pasado al lado de Brandon en innumerables eventos la habían convertido en una experta en juzgar la fuerza de cualquier bebida. Con un solo sorbo, podía saber cuánto le haría efecto.
Sus límites nunca fueron un misterio para ella, y la copa de esa noche no debería haber sido suficiente para afectarla.
Años de negocios en el extranjero le habían enseñado a estar alerta ante cualquier signo de manipulación, y esta bebida no mostraba indicios de nada inusual. Babette tampoco tenía motivos para jugar a ese juego. Entonces, ¿por qué…?
Mientras el mundo se tambaleaba a su alrededor, vio cómo los dedos de Brandon se cerraban con fuerza alrededor de su delicada muñeca. Su salud nunca se había recuperado del todo desde aquella brutal caída por las escaleras, desde que perdió al bebé.
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