Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 183
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Capítulo 183:
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Sin decir nada más, Millie se dio la vuelta, dispuesta a entrar en la mansión. Pero Brandon le cogió la mano.
—Millie —repitió, ahora con voz más suave—. Nunca has sido reemplazable. A Vivian solo le quedan seis meses. Cuando todo haya terminado, todo volverá a ser como antes. No hace falta que sigas complicando las cosas. En seis meses todo irá bien.
Sus palabras la hicieron detenerse y reír, en silencio, con amargura. ¿Así que eso era lo que él pensaba? ¿Que ella estaba poniendo las cosas difíciles? ¿Que estaba creando problemas por un hombre o un título que ya no quería?
Él seguía sin entenderlo. Ella nunca había perseguido el apellido Watson. Nunca había necesitado la posición de ser su esposa. Ella era Millie Bennett, la hija de un legado que importaba mucho antes de que él entrara en su vida.
En otro tiempo, se había quedado a su lado por amor hacia él. Ahora, volvía a ser Millie Bennett y estaba allí sola por amor hacia sí misma.
Le había dado oportunidades, más de las que debería haberle dado. Cada vez, había buscado claridad, una razón para quedarse. Y cada vez, sus palabras la habían herido más profundamente que la anterior.
Ya había tenido suficiente.
El chico que una vez la protegió en aquella noche lluviosa hacía años nunca había crecido con ella. Él pertenecía al pasado.
El Brandon que estaba allí, con los ojos llenos de otra persona, era un extraño.
Ya no quería a ese Brandon. No era el chico que tenía grabado en su memoria.
—Suéltame —dijo ella con dureza.
Pero él no lo hizo. Su agarre sobre su muñeca se mantuvo firme.
—Millie —dijo él—, ¿qué es lo que quieres?
Quería recuperar el legado de su padre. Quería respuestas sobre su muerte. Quería resurgir con su propio nombre, proteger a las personas que le importaban y dejar atrás a Brandon. Las palabras flotaban en su garganta, pesadas y e mente reales. Pero no las dijo. Todavía estaban en medio de un divorcio. Necesitaba que todo saliera bien. Enfadar a Brandon ahora solo ralentizaría las cosas.
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Así que, en su lugar, dijo, con calma y serenidad: «Brandon, mi vida no es asunto tuyo».
Eso fue suficiente. Él estalló.
La brisa nocturna sopló entre ellos, llevando el aroma de su perfume. Eso la hizo sentir como alguien a quien él ya no conocía.
«¿Que no es asunto mío?», dijo él con voz áspera. «Sigues siendo mi esposa. ¿Crees que nada de esto me importa?».
Millie soltó una risa seca. «¿Así que ahora sí recuerdas que soy tu esposa?».
«Suéltame», repitió ella, tratando de liberar su mano.
Sus voces se elevaron, agudas y rápidas, resonando en la tranquila noche. Hasta que otra voz habló.
—¡Basta!
La voz de Derek, firme y clara, resonó desde la dirección de la villa. Estaba tan disgustado como siempre. «¡Brandon! ¿Qué crees que estás haciendo?», ladró Derek.
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