Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 164
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Capítulo 164:
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«Respeto tu determinación: cuando te propones algo, vas a por ello. No importa cómo lo consigas, solo que lo consigas».
V preguntó: «¿Y hoy? ¿Has conseguido estropearle el audio y el vídeo?».
Blade Joker la tranquilizó: «Relájate. Todo está bajo control».
Vivian leyó los mensajes y finalmente se permitió respirar más tranquila. Su mirada se desvió hacia el equipo de cámara que había cerca y una oleada de emoción la invadió. Lidiar con Serena se había convertido en una irritación constante para ella, hasta el punto de que casi perdió de vista su plan original.
Todavía tenía pruebas sobre el aborto espontáneo de Serena y, con el escándalo añadido de la donación falsa, sería fácil acabar con ella. Con eso en mente, Vivian salió del pasillo y se deslizó de nuevo en la sala de espera entre bastidores. Se acomodó en el sofá, secándose suavemente los ojos mientras miraba a las cámaras.
El presentador se fijó en ella y se apresuró a acercarse, tratando de ofrecerle consuelo. Vivian negó con la cabeza y puso cara de valiente. «Es que estoy muy emocionada con esta actuación. Me ha traído muchos recuerdos. Serena es realmente increíble».
Alex, que estaba sentado a cierta distancia, la miró sorprendido. ¿Vivian estaba realmente elogiando a Serena?
El presentador quería preguntarle más, pero Vivian se limitó a guardar silencio y seguir viendo el programa entre lágrimas. Entre bastidores, estaba tramando derribar a Serena mientras la utilizaba como combustible para crear más drama.
Por muy impresionante que pareciera Serena, Vivian siempre la trataría como un peldaño. Cuanto más alto ascendía Serena, más segura se sentía Vivian de su propia posición. Solo tenía que esperar el momento adecuado para revelar las pruebas y arruinar la reputación de Serena.
Secándose las lágrimas una vez más, adoptó esa mezcla familiar de suave tristeza y feroz ambición. Cuando Serena terminó su canción, aún oculta tras su máscara, Vivian fue la primera en empezar a aplaudir.
En el escenario, Millie presionó la palma de la mano contra la superficie pulida del piano y respiró hondo para calmar el nerviosismo que sentía en el pecho.
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Después de permitirse este momento de tranquila preparación, se deslizó hacia el centro del escenario, donde los miembros de la banda que Alex había seleccionado cuidadosamente se colocaron a su lado. Juntos, hicieron una elegante reverencia al mar de rostros expectantes que se extendía ante ellos.
Contempló al público, cuyos ojos brillaban con emoción pura y expectación tácita. Sus labios esbozaron una suave sonrisa.
«Gracias», susurró, con una voz que no transmitía ni triunfo ni melancolía, solo la esencia pura de la gratitud genuina envuelta en sencillez.
Los aplausos estallaron como una tormenta, recorriendo cada rincón del vasto auditorio en oleadas de agradecimiento.
Millie apartó su atención de la multitud, giró con elegante lentitud y salió junto a los músicos que habían compartido ese momento con ella.
Durante toda su actuación, sintió la intensa mirada de Brandon clavada en su espalda, pero se armó de valor para resistir el impulso de mirarle a los ojos. En otro tiempo habían compartido algo hermoso y real. Pero esa preciosa conexión se había marchitado y muerto, dejando solo recuerdos a su paso.
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