Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 150
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Capítulo 150:
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El coche se detuvo frente a su complejo de apartamentos.
Pero Brandon permaneció sentado, sin salir.
Vivian tampoco lo hizo. Se limitó a observarlo.
Respirando hondo, Brandon se inclinó hacia el asiento trasero y sacó la caja fuerte que contenía las piedras preciosas.
Los ojos de Vivian brillaron, pero rápidamente bajó la mirada, ocultando su expectación. Sabía lo del colgante de rubí de 6 quilates. Brandon lo había ganado en la subasta y ahora se preguntaba si también era para ella.
La tanzanita se había vendido por 25 millones de dólares en la subasta, pero todo el mundo sabía que solo valía una fracción de esa cantidad.
Vivian quería el colgante de rubí más que la tanzanita. No solo era más caro, sino que estaba listo para llevar, a diferencia de la piedra en bruto, que necesitaba tiempo y esfuerzo para convertirla en joya.
Por supuesto, tener ambos sería perfecto.
Y ahora que Brandon había actuado, ella tenía que seguir adelante.
Así que sacó su teléfono y comenzó a transferir dinero a Brandon. «Solo tengo 1,2 millones disponibles en este momento», dijo mientras realizaba la transferencia. «Te enviaré esto primero y liquidaré el resto más tarde».
Brandon parpadeó, volviendo al presente.
Sus dedos recorrieron la superficie facetada de la tanzanita azul oscuro antes de volver a meter la mano y sacar el colgante de rubí.
«No es necesario», dijo, entregándole la caja.
«Pero te dije que pagaría», dijo Vivian, tratando de sonar insistente. «Quería comprar la tanzanita, no este colgante de rubí».
Hizo una pausa y luego le devolvió lentamente la caja. —No puedo aceptarlo. Es demasiado valioso.
Brandon no la miró. Sus ojos seguían fijos en la tanzanita.
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—Es una piedra en bruto. No es ideal para llevarla puesta —murmuró, mintiendo sin esfuerzo. Cerró la caja fuerte—. Creo que el rubí te queda mejor.
«¿De verdad?», preguntó Vivian con voz ansiosa.
Brandon bajó la mirada.
«Sí», respondió.
El corazón de Vivian se aceleró mientras mantenía la mirada fija en el colgante. —Brandon, ¿lo has pujado pensando en mí?
Brandon permaneció en silencio, sin mirarla. En su lugar, dirigió la mirada hacia la ventana.
Afuera, la noche estaba en calma. Los árboles se alzaban altos, con sus sombras largas y tenues bajo las luces de la calle. Se sentía sereno, pero vacío.
«Sí», dijo por fin, en un susurro apenas audible.
En ese momento, finalmente comprendió por qué Millie se había enfadado cuando, un mes atrás, él había dicho: «Mi hija se merece lo mejor».
Sin decir mucho, Brandon volvió a colocar la caja fuerte que contenía la tanzanita en el asiento trasero. Nunca había tenido la intención de darle la tanzanita a Vivian. Ese había sido el motivo por el que había pujado por el colgante de rubí en primer lugar. Al entregarle el colgante, podría inventarse fácilmente alguna excusa poco convincente para quedarse con la tanzanita.
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