Multimillonario desalmado: Nunca debió dejarla ir - Capítulo 143
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Capítulo 143:
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Todo el tiempo, mantuvo a Millie detrás de él, actuando como su escudo.
Los rumores se habían extendido como la pólvora. Charles sabía que en cuanto los medios se enteraran del enfrentamiento entre Serena y Brandon, no habría escapatoria.
Los gritos se alzaron en medio del caos. «¡Tenemos la noticia! ¡Brandon acaba de comprar una tanzanita para Vivian! ¡Y eso no es todo! ¡Serena y Brandon han iniciado una guerra de pujas: una tanzanita que debería costar un millón de dólares se ha vendido por veinticinco millones!».
Otra voz se unió, frenética. «¡Mirad, es Serena! ¡Daos prisa, está ahí mismo!». La multitud reaccionó al instante, abalanzándose hacia Millie y Charles como impulsada por el instinto.
Con el pánico en aumento, intentaron retirarse al interior, pero el paso estaba bloqueado: la gente empujaba por todos lados e incluso el perro no se apartaba.
Una nueva ola de emoción se extendió cuando alguien gritó: «¡Brandon está saliendo y Vivian está con él!».
«¡Por aquí! ¡Vienen hacia aquí, moveos, moveos!».
«¡Que nadie pase! ¡Que alguien bloquee las puertas también!».
En cuestión de segundos, la multitud cambió de dirección, pisoteándose unos a otros para acercarse a Brandon y Vivian.
Los que habían estado vigilando la parte de atrás refunfuñaron entre dientes. «¡Qué suerte la mía! ¡Me ha tocado Serena en lugar de Brandon!».
Charles no pudo evitar burlarse: «Si estás tan desesperado, ¡intenta ir tras él en lugar de aglomerarte con nosotros!».
Reinaba el caos, los gritos, los flashes y los ladridos de los perros se mezclaban en un solo rugido.
En un intento por calmar los ánimos, la seguridad de la mansión hizo sonar la sirena a todo volumen.
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Pero el caos no cedió. El ruido no sirvió para disipar la multitud que se apretujaba cada vez más.
Vivian acababa de verse envuelta en un gran gesto: la descabellada puja de Brandon, que había hecho volar millones solo para complacerla.
Mientras tanto, Serena, conocida por su paso por Heavenly Melody, se enfrentó a él en la subasta.
Tenía que haber titulares, llamativos, imposibles de ignorar, en todas las portadas.
Pero ¿no seguía Serena allí, junto a Charles?
La curiosidad se convirtió en interrogatorio cuando un periodista gritó: «Serena, ¿por qué intentaste superar la puja de Brandon? ¿Hay algo entre vosotros dos? ¿Qué pasa con el Sr. Evans?».
Esa pregunta atravesó a Charles. ¿Ahora era invisible?
Sentía como si toda su importancia se hubiera borrado en un instante.
Nadie había hecho sentir a Charles tan irrelevante antes.
Incapaz de contenerse, espetó: «Si no tienen preguntas de verdad, ¡cáchense la boca y piérdanse!».
Nadie le prestó atención; su enfado apenas se notó.
En cambio, todas las cámaras, todas las luces, todos los micrófonos estaban enfocados en Millie. Esta vez no había forma de esquivar a la multitud, y Millie se dio cuenta de que no tenía sentido permanecer en silencio.
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